El que, a esta altura, te garantiza algo parecido a una tortura cinematográfica es el cineasta antes conocido como Alex de la Iglesia. Calculo que su paso por la Academia de Cine le habrá producido algún tipo de daño cerebral profundo porque de otra manera no se explica el bajón enorme de su carrera. Si bien ya hace rato que no hacía grandes películas (¿desde LA COMUNIDAD, que tampoco es la gran cosa?), con LA CHISPA DE LA VIDA llega a un nivel de berretada inesperado, porque la película está mal en cosas que uno da por sentado que el realizador puede hacer bien: cierto sentido del ritmo, actuaciones intensas. Acá ni siquiera está eso.
El filme un tontera que quiere denunciar las miserias de las cadenas televisivas y de la gente que le entrega su vida a ellas y que termina explotando esas mismas miserias que supone denunciar. En este caso, todo empieza a partir de un accidente freak que le ocurre a un hombre sin trabajo en un lugar público que, parece, no sólo convoca a los medios de todo el mundo sino que hace que los diarios se editen a las 11 de la noche cuando la supuesta “gran noticia” está en pleno desarrollo. La odiosa película de los payasos era insoportable, pero al menos era personal y tenía sangre. Esta, ni eso, es tan calculada como el accidente del José Mota que protagoniza este esperpento…
Y, por favor, ya no pongan más titulares de diarios con punto final en las películas. No existen, nadie lo hace, presten atención un segundo nada más. No es tan difícil…