Una historia actoralmente solida y narrativamente empática que se queda corta.
Entre la excepcional Balada Triste de Trompeta y la muy entretenida Las Brujas de Zugarramurdi, Alex De La Iglesia se despachó con esta peculiar fabula sobre la desesperación del desempleo y la inhumana hambre mediática.
¿Cómo está en el papel?
la-chispa-de-la-vida-jose-motaRoberto, un creativo publicitario desempleado, tras fallar por enésima vez en un entrevista de trabajo, decide recordar tiempos mejores y va al hotel donde pasó la luna de miel con su esposa. Al llegar encuentra que el Hotel ya no está y en su lugar esta un museo –cercano a las ruinas de un antiguo coliseo– a punto de ser inaugurado. Al querer escapar del maremágnum de periodistas que están ahí con motivo de la inauguración, tiene la mala fortuna de caer sobre una enorme grilla de metal, de la cual una barreta se le clava en la nuca.
Entre los paramédicos que no pueden sacarlo de ahí sin que se desangre y el enorme circo mediático que se arma alrededor de dicha cuestión, Roberto se valdrá de sus argucias como publicista para explotar el incidente en su beneficio y poder proveer a su familia.
La película, aunque no está exenta de alguna que otra humorada y alguna que otra liviandad, es una gran odisea temática, despiadadamente critica sobre el desempleo y la fama mediática a cualquier precio (Cabe destacar la inteligente maniobra de situar la trama en las ruinas de un circo romano). Pero muy en el centro es la historia de un hombre cuya desesperación le está haciendo ver el éxito y el fracaso como si de la vida y la muerte se tratara; solamente para encontrarse en una encrucijada en donde lo que antes tenía un sentido metafórico, ahora adquiere un violento sentido literal.
Si bien hace un despliegue contundente en donde queda al descubierto lo peor de los seres humanos –con alguna que otra pizquita de lo mejor, pero solo una pizquita–, sumado a un muy buen ritmo narrativo y una tremenda empatía con el protagonista, uno no puede evitar sentir que la película se queda corta; que se quedo solamente en su exposición temática. Nos dice cosas que ya sabemos. Que duelen, si. Que nos hacen reflexionar, definitivamente. Pero eran cosas que uno ya sabía antes de entrar en la sala. La falta de una conclusión por ese costado, no hace más que contribuir a que la resolución argumental, por cerrada que esta sea, se sienta como poco satisfactoria.
¿Cómo está en la pantalla?
Alex De La Iglesia ofrece un despliegue visual impresionante, y un montaje de precisión quirúrgica; siempre al grano, no sobra ni una escena. Encuadra su cámara casi siempre en la cara4-Fernando Tejero & Salma Hayek de su protagonista para que sintamos no tanto el cómo experimenta el circo mediático, sino de la desesperación que lo motiva a generarlo.
En el apartado actoral, brillan sus protagonistas, Salma Hayek y José Mota. La película descansa íntegramente en los hombros de ellos. Su química es estable y perfectamente creíble. Pero brillan mejor por separado, y más incluso cuando uno opaca al otro cuando el guion se los exige.
Conclusión
Una historia que aunque posee una indudable calidad técnica y actoral, tenía los suficientes elementos y la suficiente carnadura dramática para ofrecernos algo mejor que simplemente rectificar que “el hombre es el lobo del hombre”.