La política detrás de las hornallas
Los realizadores de Porotos de soja hicieron una investigación exhaustiva y vibrante acerca de la nueva ley de medios.
Si se tiene en cuenta que el proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual recibió más de cien modificaciones en la Cámara de Diputados, donde finalmente obtuvo media sanción (146 votos a favor, tres en contra y tres abstenciones, para luego ser aprobada en Senadores), resulta, a esta altura del partido, algo más que sorprendente (intencionalidad o tendenciosidad serían las palabras más adecuadas) que algunos multimedios se encapricharan en tildarla de “ley de medios K”. Esos monopolios pasaron a convertirse en voceros de una oposición descarnada que veía “autoritarismo gubernamental” donde, en realidad, había una idea de pluralidad democrática. Finalmente la ley llegó para quedarse y para producir una auténtica revolución en el mapa mediático de la Argentina, hasta entonces dominado por unas pocas empresas. Pero al calor de los acontecimientos, cuando la ley era sólo un proyecto en discusión, los cineastas David Blaustein y Osvaldo Daicich salieron con sus cámaras a registrar qué cambios podía producir la ley de medios en el país y lo plasmaron en el documental La cocina.
Después de haber corealizado Porotos de soja –sobre la coyuntura de la Resolución 125–, parece que Blaustein y Daicich son, en la actualidad, algo así como los abanderados del cine de urgencia. Su nuevo documental está estructurado en dos partes. La primera hace hincapié en los medios comunitarios, considerados alternativos antes de la sanción de la ley. Son los que se gestaron en base a experiencias de comunicación popular solidarias y que lograron resistir las olas del neoliberalismo menemista de los ’90, que amenazaban con inundar las pantallas y las radios con pocos dueños multipoderosos, algo que finalmente se concretó a través de la modificación de la Ley de Radiodifusión de la dictadura. Es en esa primera parte de La cocina donde aparecen los relatos de los representantes de una radio mapuche en Neuquén, FM Comunitaria Encuentro (Río Negro), Radio La Ranchada (Córdoba), y Canal 10 de Tucumán, entre otros. Algunos gestionados como cooperativas, estos medios cumplen una función social imprescindible en las zonas de alcance y así los presenta La cocina.
La segunda parte del documental de Blaustein-Daicich gana en intensidad con respecto a la primera. Es que, después de brindar datos muy interesantes como, por ejemplo, que del ’83 al 2009 hubo 73 iniciativas de leyes de medios que no se concretaron, reproduce parte del acalorado debate en la Cámara de Diputados. Y uno de los grandes méritos de La cocina es que no hay una voz en off que “ordene” el relato ni tense una mirada: son los propios protagonistas los que quedan en evidencia. Por un lado, los grandes medios que hablaban de “la eliminación de voces y canales”, cuando, en realidad, la ley propone todo lo contrario. Por otro, algunos legisladores opositores que, por un espacio en aquellos canales, dijeron todo tipo de incoherencias sobre un proyecto que cobró legimitidad social cuando, antes de ingresar al Congreso, fue debatido intensamente en foros de todo el país, incluyendo los famosos 21 puntos generados por la Coalición por una Radiodifusión Democrática. Esta parte del documental es, sin dudas, la más caliente y la más picante, donde se puede ver cómo a través del manto de la supuesta defensa de la libertad de expresión, algunos políticos tuvieron sus quince minutos de fama para defender los intereses de corporaciones mediáticas monopólicas que sólo los mostraban a ellos en sus pantallas.