Si bien “la cola” es casi una institución en la comunidad urbana desde los comienzos del siglo pasado, en cambio el oficio de "colero" se hizo muy popular en la Argentina en épocas en las que la gente salía disparada del país ante la imposibilidad de vislumbrar aquí un futuro optimista. Bancos, embajadas, obras sociales, recitales, y varios etcéteras, proponían la idea, luego generalizada, que alguien hiciera la fila por otro, evitándole la pérdida de tiempo, a cambio de una apropiada propina.
¡Vaya si es un tema interesante para tratar y desmenuzar en una película!
Enrique Liporace y Ezequiel César Inzaghi eligieron este contexto para contar la historia de Félix Cayetano Gómez (Alejandro Awada), un hombre, como tantos otros, que encontró la veta de supervivencia en esta actividad y que, como tantos otros, transita y canaliza su esperanza en LA fila más abarcativa de todas, la que anualmente convoca a miles de fieles: San Cayetano. Su motivación también está aferrada a la posibilidad de viajar a Francia para visitar a su hija, personaje del cual se desprende la subtrama principal. Su esposa, personificada por Ana María Picchio, realmente brillante, es su confidente y a la vez su cable a tierra.
Quizás este contexto sea la virtud principal sobre la que se apoya la capacidad de generar interés en los que estamos sentados frente a la pantalla, virtud sostenida por un elenco sólido que hace creíbles a las criaturas del guión, elaborado también por los realizadores.
Podría observarse una suerte de redundancia en las escenas oníricas, que no intentan otra cosa que aclarar o explicar el estado anímico del protagonista frente a la circunstancia. Algunos de estos sueños son funcionales a una bajada de línea metafórica y contundente. Es en estos pasajes donde el eje se desvía un poco.
Uno podría preguntarse qué habría pasado si se hubiera elegido una apuesta extrema hacia el grotesco, pero es sólo una de las múltiples opciones que ofrece la temática. La elección es de los creadores de la obra, y es lo que tenemos.
“La cola” es una comedia dramática cuyos altibajos estarán más, o menos, subrayados por la sensibilidad de cada espectador. Como siempre, en el arte no hay riesgos sino posibilidades.