Fallida realización de idea atractiva
Entre las tantas ediciones de «Sucesos Argentinos» que todavía se conservan, figura por ahí el retrato oficial de una familia tipo durante la época peronista, feliz, satisfecha, esperanzada. En un cortometraje de 1989-90, alguien tomó esos minutos e imaginó el destino de esa familia. Era un corto melancólico, de ancianos derrotados e hijos descreídos.
Los tiempos han cambiado un poco, pero el esquema vuelve a tener fuerza. Quien ahora lo aplica es el doctor Ezequiel Inzaghi, en dupla con el actor Enrique Liporace, ambos debutando en la dirección. Así, vemos primero el Día de San Cayetano de 1954, donde la gente sólo va a agradecer, y un niño nace con la bendición del santo, según registra un supuesto «Sucesos...» de ese momento. Y luego, décadas después, el hombre grande e infeliz en que se ha convertido ese niño. Un pobre tipo que vive en una pensión y se las rebusca cobrando para hacer la cola en recitales y oficinas públicas.
Es cierto que la obra hubiera tenido más fuerza en 2001-2, pero igual tiene su razón de ser. Lo que no tiene es un buen nivel de realización. La realidad de las colas y el sentido alegórico del relato apenas se vislumbran, los conflictos dramáticos (el endeudamiento, la turbiedad del negocio, los riesgos que amenazan a una hija sin preparación práctica para la vida, el engaño en que hace vivir al padre, etc.) daban para más. Falta desarrollo, sobran situaciones remanidas, lugares comunes, chistes viejos. Alejandro Awada, el propio Liporace, Antonio Gasalla en breve rol de cura, Alberto Anchart en su última película, cumplen como corresponde. Otros, no tanto. Y Lucrecia Oviedo, como la hija que mantiene torpemente la ilusión paterna, está desaprovechada.