La conferencia Wansee -la reunión de jerarcas nazis donde se decidió la “Solución Final al problema judío” en enero de 1942- fue tratada por lo menos dos veces: en un film alemán de 1984 y en uno estadounidense hace poco más de una década. Pero aquí se usaron las actas reales y conservadas de esa reunión. Allí están el carnicero Haydrich, el burócrata Eichmann -por quien Annah Arendt acuñó el término “banalidad del mal”- y los industriales alemanes dispuestos a cobrar dinero de la obra pública para diseñar los campos de exterminio y el gas. Las discusiones parecen triviales, todo se desarrolla en un clima de cordialidad y terrorífica normalidad. De lo que se habla es de asesinar industrialmente a once millones de personas. La película, de todos modos, imagina cosas: los gestos de los participantes, sus énfasis y sus movimientos. Y todo eso otorga aún más peso al horror. Una ficción que experimenta con el término “documental”.