Matti Geschonneck es un director de oficio alemán, cuyo trayectoria mayoritariamente se centró en la producción televisiva. En este, su tercer largo, nos propone una mirada descarnada, fría y probablemente, bastante cerca de la real, de la reunión realizada por el alto mando nazi el 20 de enero de 1942 en la villa de Berlín-Wannsee. El motivo, de dicha reunión fue organizar y llevar adelante el marco organizacional del asesinato masivo y sistemático de 11 millones de judíos, el Holocausto.
La película se presenta como un documento histórico de valor, porque tiene sus diálogos estructurados en base al único documento de registro de la conferencia, de las notas de Adolf Eichmann que después saldrían a la luz en el juicio de los jerarcas nazis en Nuremberg al final de la guerra.
La trama es simple, todo transcurre en el mismo espacio físico y hay pocos planos para encuadrar la acción. Las actuaciones son gélidas, casi nada de emoción y mucho formalismo escénico, esperables en el contexto de la trama. Sin embargo, la potencia del film justamente se basa en el encuadre de lo que narra. Lo potente en «La conferencia» es el conflicto en sí, la trama moral que subyace e impulsa cada intervención de sus protagonistas.
En otras palabras, es un film cuya mayor virtud es lo que se percibe y no se ve.
Estos hombres estaban decidiendo un exterminio masivo, global y fuera del entendimiento humano, si me permiten. Y realmente, no alcanzan 90 minutos para poder escrutar esos fríos corazones y sus razones, por lo cual durante todo el metraje es difícil quitar nuestros ojos de la pantalla. La historia conmueve y afecta al espectador en cada tramo de la conferencia.
Burócratas y altos mandos militares, hablan de costos, estrategias de mitigación emocional ante los fusilamientos que sus soldados realizan a judíos, recursos para medios de transporte de prisioneros, costos de alimentación para quienes se hallan en campos de concentración, todo, con una naturalidad inimaginable.
Están convencidos de que los asiste un orden superior y se presentan lanzados a llevarlo adelante sin dilaciones, tratando de acordar de acuerdo a premisas directas.
Esa energía, es lo que nos hace seguir con tensión el curso de los acontecimientos, a pesar de anticipar mentalmente todo lo que vendrá después de esta reunión. Matti Geschonneck, el director, ha contado en entrevistas que su padre fue un sobreviviente del Holocausto y eso lo ha llevado a querer retratar el momento que inicio esa macabra pesadilla para la humanidad.
«La conferencia» es una película necesaria (así como lo es, menos teatralizado, el telefilm de 2001 que HBO produjo de Franz Pierson sobre el mismo tema), ya que nos recuerda el poder aniquilador e irracional de quienes se arrogan superioridad de raza, incluso en estos días.