Cuando entré a la sala para ver el último trabajo del director de “El Estudiante” (2011) y “La Patota” (2015), no había visto ningún trailer y apenas tenía visto el poster. Afortunadamente para mí, y desafortunadamente para el público en general que ya fue bombardeado con estas imágenes; esa resultó ser la mejor manera de ver “La Cordillera”.
Sin dudas será la elegida para representar a la Argentina en los Oscars correspondientes al 2017, y ya logró grandes respuestas en varios festivales incluyendo en el estreno mundial realizado en el Festival de Cannes, donde se llevó una ovación de pie. Lo que más se destaca es la gran producción y el nivel técnico, muy por encima de la media nacional. Ya la propuesta, una cumbre de presidentes sudamericanos en la cordillera de Los Andes, implica una demanda gigantesca de logística y producción increíblemente ambiciosa.
Pero además de eso, todo lo visual (fotografía, montaje y dirección de cámara), todo el sonido (efectos, mezcla y banda sonora) no solo estan en un nivel superlativo, sino que son combinados de excelente manera por una impecable dirección por parte de Santiago Mitre, resulta resaltando cada elemento y obteniendo un producto de calidad superior incluso a las grandes producciones extranjeras. Si se tratara de un director estadounidense o europeo, la secuencia del tratamiento que se realiza en uno de los personajes en la mitad del film resultaría en una inmediata lucha por contar con sus servicios de la mitad de estudios de Hollywood.
Tamaña producción termina eclipsando incluso al grandísimo elenco con el que cuenta la cinta, liderado por Ricardo Darín, en el papel del Presidente de la Nación Argentina, y completado de gran manera por Erica Rivas, Dolores Fonzi y Gerardo Romano, por nombrar solo al talento local. Darín y Fonzi logran sacarle lo mejor a sus jugosos papeles, pero aparte del dúo de padre e hija, toda la película está llena de grandes actuaciones por parte de todos y cada uno de los actores secundarios, Romano destacándose junto a una variedad de talento de toda América. Quizás la única nota baja es la de Erica Rivas, y no por su trabajo en particular, sino por el poco tiempo que le dio el film y sobre todo por lo poco que le da para desarrollar durante esos escasos minutos de pantalla.
Santiago Mitre supo ser guionista de varios proyectos de Pablo Trapero (“Leonera”, “Carancho” y “Elefante Blanco”), y luego trabajó los guiones de todas y cada una de las películas que le tocó dirigir. Sin duda alguna el guion (entendiéndose como guion a la trama en hechos, a las temáticas que se manejan sumado a los personajes y a la manera en que la todo se elige juntar y transmitir) está logrado de gran manera en ésta como en prácticamente toda su filmografía. Aún así, la realidad es que el guion termina siendo el punto más débil de la producción, personajes secundarios que no logran dar todo (y no necesariamente por falta de tiempo), y principalmente el hecho de que el film se siente mucho más como el primer episodio de una serie que como una experiencia concisa y contenida. El final (sin dar ningún spoiler) se siente más que nada como un punto de partida, y aún cuando pueda ser algo para nada negativo en otros trabajos, particularmente en este termina dejando un sabor menos satisfactorio al dejar la sala que cuando uno está sentado disfrutándola.
Es un film que resulta víctima de su propio, y muy efectivo, marketing. La vende de gran manera, pero termina aguando un poco la experiencia como resultado. Por suerte, no alcanza para sacarle el gusto a una gran producción que sube la bandera del cine nacional a lo más alto. Todo aspecto cinematográfico está realizado de gran manera, y el todo termina engrandeciendo lo individual.