En un país como el nuestro, donde la imagen de “lo político” forma parte del consumo cotidiano del habitante promedio, un film como La Cordillera no pasa sin generar miradas curiosas e interés. El último trabajo de Santiago Mitre, uno de los directores más importantes de la nueva camada de autores de la filmografía contemporánea, cuenta con un equipo lleno de figuras y gran presupuesto para desplegar una “intriga política” que discurre sobre la iconofilia, la corrupción y la maldad. El realizador evidencia en una gran maniobra audiovisual lo que ya todos sabemos acerca de quién maneja los hilos y cómo.