La Cordillera es, sin duda alguna, la película argentina con mejor nivel de realización. Está a la altura de una buena producción de Hollywood.
Dicho esto hay que aclarar que no es un film para todo el mundo, su digestión no es rápida y si un espectador sale del cine diciendo “me pareció pesada”, es entendible.
Que a algunos les pueda resultar aburrida no significa que lo sea. Pasa que es muy dialogada y por momentos introspectiva.
Es verdad que tiene muy poca acción y que el tráiler pueda llegar a confundir sobre el tono.
Aclarado esto, solo queda decir que la cinta de Santiago Mitre es soberbia y magnífica.
La puesta que hace el director es increíble en su narrativa e historia. El guión que co-escribió con Mariano Llinás, gran maestro del cine, funciona como un perfecto reloj.
No hay puntos flojos y cada uno de los personajes está muy bien desarrollado. Lo que no se explora es deliberado.
Ricardo Darín no solo hace un gran laburo como siempre sino que esta vez tiene unas sutilezas en gestos y miradas que le dan otra dimensión a su personaje. Podría haber interpretado al Presidente de los argentinos casi así nomás y “de taquito”, pero el actor le dio varias capas a Hernán Blanco. Cada una diferente y más complicada a medida que avanza la historia.
Erica Rivas enorme, lo mismo que Gerardo Romano, quien interpreta a un Jefe de Gabinete con todas las características que podemos imaginar.
Por su parte, Dolores Fonzi tiene la tarea de incluir el elemento fantástico/delirio a la historia. La proyección de esta actriz no tiene techo.
El resto del cast está muy bien, ya sean el resto de los presidentes latinoamericanos, Elena Anaya o Christian Slater.
Planos y encuadres, justos y a la vez con mucho vuelo terminan por elevar el film con una fotografía excepcional.
La cordillera puede llegar a ser lo que se denomina “un gusto adquirido”, es decir, algo que hay que trabajar un poco para llegar a disfrutar. Dependerá de las sensibilidades de cada espectador, pero lo cierto es que se trata de lo mejor del cine nacional en todo su esplendor.