Sorpresas como La Corporación son menos frecuentes de lo que deberían en nuestra cartelera y menos aún en nuestro cine. Una película que parte de una idea simple de cine de género para ir más allá, tocar varias aristas y lograr un entramado complejo, y a su vez disfrutable.
Su director y guionista Fabián Forte proviene de ese mundo que hace rato la viene peleando desde abajo en el cine de género argentino, su trabajo más conocido hasta la fecha es haber co-dirigido Malditos Sean, ese film episódico que en cierta manera marcó la llegada del terror clase B nacional al terreno del estreno comercial fuerte de modo independiente de las grandes empresas cinematográficas.
Ahora Forte da otro paso más que importante en su carrera ampliando sus espectros, y lo hace para contar la historia de Felipe Mentor (el excelente Osmar Núñez) un hombre encerrado en la vida soñada. Todo es perfecto, si bien pareciera venir de orígenes humildes, hoy día es un empresario exitoso, está a punto de cerrar otro contrato millonario, y cuando llega a su casa lo espera Luz (Moro Angheleri en el mismo nivel sobresaliente de Núñez), su joven esposa modelo; una ama de casa abnegada pero que no descuida para nada el aspecto físico, de seducción, y de atención en todos los sentidos para con Felipe.
Todo marcha sobre ruedas... o no ¿qué son esas señales que ve por la calle, esos hombres que parecen seguirlo, esos mensajes enigmáticos que recibe? El guión nos depara unas cuantas sorpresas ya desde poco iniciado el metraje, pero claro, acá no adelantaremos ninguna.
La corporación maneja el humor negro, el suspenso, y un cierto clima cercano al terror; pero pese a lo que se podría suponer, nada hay de sobrenatural en ella, todo parece extrañamente posible por más disparatado que suene, y ese es su gran acierto.
Con una fuerte crítica (no muy) enmascarada hacia el estilo de vida que la sociedad nos impone; La Corporación gana en personajes interesantes, con carnadura, en situaciones tan insólitas como atrapantes, y en una historia que nos va atrapando y de la que queremos saber más y más.
En roles pequeños podremos encontrarnos a Sergio Boris, Juan Palomino y una participación antológica de Federico Luppi, todos más que correctos en lo suyo. Pero La Corporación es Núñez y Angheleri, otro sería el film sin ellos, entre ellos se teje un juego que se va convirtiendo en otra cosa, que muta hacia zonas inesperadas, y los dos intérpretes acompañan esos giros con variaciones complejas en sus tonos.
La Corporación es del tipo de films que verdaderamente vienen a renovar nuestro cine, a entregarnos un aire nuevo, un fresco que nada tiene que envidiarle a producciones mucho mayores, aún extranjeras. Ideas tan gratas como las que presentan este film hacen que el espectador quede reflexionando una vez abandonada la proyección, hay mucho más detrás de lo que parece, una postura ideológica mucho más interesante y digna de análisis que lo que pareciera por su “disparatada” premisa. Bienvenidas sean estas nuevas opciones.