Vidas de plástico
¿Qué tan lejos nos encontramos del presente oscuro que atraviesa el universo de La corporación?, el nuevo opus del realizador Fabián Forte (Mala carne, 2003) que ya fuera presentado oficialmente en el 27 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.
La respuesta contempla dos partes porque por un lado la premisa que presupone que el dinero puede comprarlo todo en un mundo ordenado bajo las leyes del capitalismo salvaje y el individualismo a ultranza encajan perfectas en el planteo rector, donde están expuestas sutilmente las aristas negativas que construyen una faceta interesante del protagonista (buena interpretación de Osmar Nuñez), un empresario metódico, seco y pulcro, quien contrata los servicios onerosos de una corporación para así satisfacer todas sus necesidades y deseos, entre los cuales se encuentra la compañía de una misteriosa y sensual mujer (la fotogénica Moro Anghileri) con quien convive bajo el rol de esposa, ama de casa, amante, objeto de deseo y varios etcéteras.
Pero por otro lado -y este es el costado singular del film- también se desprenden los conflictos internos causados por la imposibilidad de obtener todo lo que se desea –tener un hijo con ella por ejemplo- cuando se es víctima de un entorno de apariencias y artificio autoconsciente para combatir la tristeza de la soledad.
Estos tópicos, a primera vista separados, se conjugan y amalgaman porque la trama, que adopta diversas texturas en función a una mezcla muy interesante de géneros como la comedia, el drama, el thriller y elementos de la ciencia ficción, se encarga de desarrollarlos equilibradamente respetando siempre el punto de vista del personaje, quien además opera como guionista de su propia vida al escribirle a su mujer rentada diálogos completos como si se tratara de una película centrada en una historia de amor devenida triángulo amoroso para culminar en thriller psicológico.
En otro orden y ya entrando en el terreno conceptual resulta más que atractivo el artificio de la puesta en escena que expone precisamente ese grado de apariencia constante dado que todo lo que se ve en escena es producto de una construcción previa, cambiante y adaptable que se adosa a la realidad y muestra sus diferentes capas.
No puede dejar de relacionarse para quien esté familiarizado con lecturas de ciencia ficción –Fabián Forte ha declarado en varias ocasiones su afición por Ray Bradbury, entre otros escritores- la idea central de este mundo artificioso y confeccionado a medida que por su propia inconsistencia, falsedad, estalla o colapsa en el peor de los sentidos, pero tampoco, y ya desde lo cinematográfico, se puede obviar por ejemplo el film de David Fincher Al filo de la muerte (1997) o la serie televisiva -y no muy conocida- Dollhouse (2009-2010) sin dejar por supuesto de mencionar Las mujeres perfectas (2004) protagonizada por Nicole Kidman.
De estas referencias tanto literarias como cinematográficas el puente intertextual con La corporación resulta más que adecuado porque todas ellas de cierta forma anteponen la dialéctica del automatismo frente al impredecible comportamiento humano y mucho más si se trata de relaciones amorosas en conflicto, algo que ya el propio Forte en su largometraje Celo (2008) exploraba y también desde un relato de obsesión como el que configura este sugestivo y más que bienvenido film argentino, que sabe dosificar el suspenso, habilitar el drama sin forzar situaciones y sobre todas las cosas unir elementos que en apariencia parecen incompatibles pero que con inteligencia y una sensibilidad acorde calzan maravillosamente