Antes de meternos con La Cosa de Otro Mundo, es preciso hacer un poco de historia. En 1948 fue publicado el cuento “Who Goes There?” (“¿Quién anda ahí?”), escrito por Don Stuart, seudónimo de John W. Campbell, famoso en el mundo de la literatura fantástica por haber sido editor de la revista Astounding Science Fiction. “Who Goes There?” mostraba a unos científicos enfrentándose a un extraterrestre en la Antártida. Un ser capaz de adoptar la forma de sus víctimas.
Ciertamente uno podría decir que las adaptaciones de El Enigma de Otro Mundo están condenadas al fracaso en la taquilla. Todo el mundo las disfruta y habla maravillas de ellas, pero tienen una recaudación miserable y sólo se rehabilitan con su salida en video, en donde alcanzan (o alcanzarán) status de culto. Pasó con el original de John Carpenter de 1982 y está ocurriendo con esta precuela 2011. La critica palurda, como siempre, está dividida y la mitad la defenestra mientras que el resto la alaba (tal como el filme de Carpenter). Y esto resulta en una injusta mala fama, ya que la película de Matthijs van Heijningen Jr no marcará ningún camino nuevo, pero no es un insulto a la memoria de un clásico. No es original, es cierto, pero es un filme más que digno que no ensucia el prestigio del original de 1982. Esta versión de La Cosa del Otro Mundo es una remake camuflada de precuela. La historia comienza de modo diferente (prácticamente siguiendo con fidelidad a la primera película, la de Christian Nyby de 1951), con el descubrimiento de la nave enterrada en el hielo y el cuerpo del alien, el corte del mismo en un bloque de hielo, el traslado a la base y su posterior descongelamiento. Luego vienen todas las correrias y matanzas varias y, por último, se empalma con el filme de 1982, con aquel comienzo clásico en donde el perro infectado venía corriendo sobre el hielo mientras un helicóptero lo perseguía. Pero el grueso del filme - la parte central, que acontece en la base - no dejan de ser variaciones sobre secuencias inventadas por Carpenter en 1982. Hay otra tensa escena de testeo de infectados, hay más matanzas llevadas a cabo con lanzallamas, y hay criaturas de pesadilla que explotan de dentro de los cuerpos humanos en los momentos más inesperados. Aún con toda esa previsibilidad, La Cosa del Otro Mundo 2011 es excelente a la hora de despachar sustos y shocks. Ciertamente ahora los efectos son mejores gracias a los modernos CGI, pero el patrón a seguir es el de los artesanales efectos en vivo que Carpenter había montado en 1982. La tecnología, en este caso, sirve para crear criaturas aún mas enormes y bestiales, engendros de pesadilla que chillan de manera escalofriante. Con toda la critica pedor... que florece por allí, ninguno ha terminado por remarcar que The Thing 2011 cumple con lo que muy pocos filmes de terror han hecho en los ultimos años, y es asustar. Y esto ocurre gracias a que la puesta en escena está cuidada, las actuaciones son creíbles, y hay un excelente clima de tensión. ¿Es original?. No, pero es una pelicula de terror realmente efectiva. James Berardinelli remarca que La Cosa del Otro Mundo 2011 sigue más el patrón de Alien que el estilo del filme de John Carpenter. Ciertamente hay muchos ambientes mal iluminados, y cosas reptando por el suelo o por los techos, amén de otra heroína armada con un lanzallamas. En mi opinión, agregaría que el director añadió unas gotas de Los Usurpadores de Cuerpos (en especial, de la versión 1978). Hay momentos en que se ven cuerpos a medio formar o humanos idénticos fusionados por la mitad (como si fueran siameses engendrados en medio de una pesadilla). En otras secuencias descubrimos que los humanos híbridos deshechan lo que sean implantes dentales o clavos incrustados en los huesos, ya que las celulas alien no las pueden replicar. Ello da pie a una de las escenas más logradas de la pelicula, en donde se lleva a cabo un test sui generis para detectar quiénes son los infectados... lo que termina por desencadenar una masacre de proporciones épicas. La Cosa del Otro Mundo 2011 es una solida variante sobre el filme en que se basa. Quizás se le puede reprochar la falta de originalidad, y alguna confusión con la suerte de algunos personajes, pero eso no la descalifica como vehiculo efectivo de terror. Y desde ya estaré atento a los próximos filmes dirigidos por Matthijs van Heijningen Jr, el cual ha demostrado aquí tener el pulso y la habilidad de todo un veterano para generar peliculas de horror como deben ser.
2011. Todo tiempo pasado fue mejor. La película de Carpenter fue una remake que reinventaba una anécdota inicial, que plasmaba inquietudes y que aportaba una nueva dimensión audiovisual a la historia. Esta película no es propiamente una remake, aunque en los hechos da lo mismo. Se trata de una precuela de la película de 1982, ya que relata los hechos que habrían precedido a la acción presentada en el filme de Carpenter. El director holandés Matthijs van Heijningen Jr. se dedica aquí a algo lamentable: mostrar todos los espacios de sombra, atar todos los cabos abiertos que quedaban, poner las piezas faltantes a un rompecabezas que nunca fue pensado para completarse. En aquella película el extraterrestre ya había acabado con una expedición entera de noruegos, y los personajes daban con los restos del campo de batalla: allí había cadáveres deformados, un hacha ensangrentada; uno podía hacerse una idea de la masacre precedente, pero la gracia estaba en que esos sucesos quedaban a disposición del espectador, para que los completara como qusiera. Por ejemplo: se mostraba un gran hueco en el hielo, y en otro lugar un témpano destruido. Como un niño que logró asociar dos imágenes, el director expone qué es lo que había dentro del hielo, cómo salió, en qué se fue transformando. Ya no hay lugar para el misterio. Tampoco hay personajes, si bien una vez más impera la desconfianza entre los miembros del equipo, no se explota el whodunit como en la anterior película, se utilizan los mismos giros de guión pero sin sorprender ni descolocar; tampoco hay creatividad volcada al diseño de monstruos y se hecha mano a recursos manidos para causar miedo o impresión: el que tenga un mínimo de experiencia en películas de terror sabrá siempre en cuál escena y desde qué dirección aparecerá el monstruo para dar un sobresalto. Una vez más. No se deje llevar por refritos fraudulentos, es preferible recurrir directamente a los originales; por algo sobreviven en el tiempo.
Sin sorpresas ni un relato sólido Pocas cosas más plácidas en la vida que ver una película de John Carpenter. El enigma de otro mundo (1982) fue homenaje -uno de sus tantos- a la obra del cineasta Howard Hawks. Remake del film de 1951 (y recordar que fragmentos de éste se veían en Noche de brujas), la película de Carpenter releía aquel clásico a la vez que sumaba, así como un gran film a su obra, una capa más de lectura a la novelita, o cuento largo, que John W. Campbell publicara en 1938 con el título Who Goes There?, relato considerado hoy piedra basal para la ciencia ficción. La paranoia desatada por un invasor alienígena, capaz de duplicar al cuerpo huésped, tenía seno en la Antártida, donde un grupo reducido de humanos buscaba la manera de erradicar al "virus" así como de defender la alegoría social que encarnaban en plena guerra fría y macarthysmo. Variaciones sobre esta misma idea tendrán asidero constante, cuyos ejemplos clásicos serían las novelas Amo de títeres (1951), de Robert Heinlein, y La invasión de los usurpadores de cuerpos (1955), de Jack Finney, esta última con bautismo cinematográfico en 1956 y dirección de Don Siegel. La lista es extensa, continúa todavía, con invasores otros, de rostros cambiantes, pero con una misma cara para el "héroe". Bastante se hablaba, entre tantas nuevas malas reversiones, de otro "enigma de otro mundo". Y si bien esta nueva "Cosa" es remake del original tiene el tino, al menos, de situarse como precuela. Lo que equivale a recordar, rápido, cuál era el inicio -inolvidable- de la versión carpentiana, con el perro perseguido en pleno ártico por un helicóptero. Desde allí, para atrás, la "revisión" nueva. Pero, como de costumbre, de revisión nada y de golpes de efecto mucho. Si el film de Carpenter supo tener, dado el presupuesto mayor y en este sentido diferente a sus demás films "B", más atención a los efectos especiales y de maquillaje, con artesanía de Rob Bottin, la que aquí se anuncia como "antecesora" hace gala de efectos digitales que resultan "estruendos" antes que recursos para el relato. Si Carpenter es, sobre todo, un storyteller, la precuela se asume, en todo caso, como un híbrido oportunista que, incapaz de narrar, no duda en conjugar referencias obvias con la versión de Carpenter así como con remedos del tipo Jurassic Park, literatura lovecraftiana, o la mismísima Alien (de la cual se espera, por otra parte, también una precuela -Prometheus-, si bien con firma del realizador original, Ridley Scott). Si Kurt Russell era el (anti)héroe de Carpenter, aquí la heroína será encarnada, sin culpa de la actriz, por una anodina Mary Elizabeth Winstead, dedicada a descubrir emplomaduras de dientes como pruebas del adn terrícola. De paranoia poco y nada. De relato sabio, mucho menos. Pero, vistas las contras, encontrar un eco a favor: el término del film es inicio, justamente, del de John Carpenter. Si no la vio, entonces, sepa cómo inicia (o continúa) una buena película. Ahora sí, ¡viva el cine!