Huir para sobrevivir
La creciente, la película con guion y dirección de Demian Santander y Franco González, muestra un enfoque cuidado de la vida silvestre, el vínculo con el ser humano y cómo la vida en esos espacios puede mostrar más de nosotros mismos que el propio comportamiento individual de las personas. La sombra de lo que somos siempre esta ahí, y el film se encarga de demostrar ello en toda su dimensión.
El ritmo de la narración es como el agua mansa que luego desborda como el título enuncia, y arrasa con todo luego de salir por fuera del cauce del río que lo contiene, destruyendo todo a su paso. Las imágenes se muestran como pinturas enlazadas una a una como si su constitución fuera pensada en una unidad genérica pero que a la vez forma una fuerza que integra al espectador en las cuestiones de los personajes.
El protagonista aparece huyendo de algo que no vemos, quizás de su propio espejo, y se une al nuevo espacio en que comenzará una vida teóricamente nueva, en principio tomando contacto con la naturaleza y luego de eso vinculándose desde lo humano con el nuevo círculo de pertenencia y del que dependerá para sobrevivir.
La concepción del universo descripto arma tensión entre los personajes que basan su relación en la idea de dominio y poder sobre todo lo que nos rodea; tierras, animales, personas. Nada escapa a la violencia que parece marca registrada de la zona y el modo de vida, pero en realidad eso es engañoso y son los propios personajes los que se ven obligados a actuar con la violencia y utilización del sometimiento al otro para no verse ellos mismos vencidos. No se trata de justificar, más bien de comprender.