La última y décima película del director texano Wes Anderson no escapa a su estilo tan característico. Amado por muchos y denostado por otros tantos, puede gustar un poco más, un poco menos, pero no les será indiferente. Ambientada en la redacción de un periódico estadounidense en Ennui-sur Blasé, ciudad francesa ficticia del siglo XX, la película tiene una Introducción, tres historias ("The Concrete Masterpiece", "Revisions to a Manifesto" y un epílogo que refiere la muerte del creador de "The French Dispatch", Arthur Howitzer Jr. (Bill Murray) y que deja en su testamento que la revista no puede volver a salir. después de su deceso. Por ello, se publica un obituario junto a cada una de las historias que conforman el film. Elegante, colorida y con muchas escenas de pantalla partida, el film comienza con la historia presentada por JKL Berensen (Tilda Swinton) acerca del pintor homicida Moses Rosenthaler (Benicio Del Toro) que tiene como premisa saber cuál es el valor real del arte. La segunda involucra al triángulo formado por Lucinda Krementz (Frances McDormand), el talentoso Timothee Chalamet como Zefirelli, y Juliette (Lyna Khoudri) con quien el joven descubrirá el amor y el sexo durante el Mayo Francés. La última historia, ("The Private Dinning Room of the Police Commissioner") involucra la cocina del Teniente Nescaffier (Steve Park) y un secuestro, el de Gigi (Winsen Ait Hellal) a cargo de El Chofer (Edward Norton) y tiene a Jeffrey Wrigth como guía. Herbsaint Sazerac (Owen Wilson) es el reportero ciclista, encargado de llevar el hilo geográfico. Lo mejor que tiene el film es el excelente elenco, cada actor que aparece es una celebridad, pero son tantos, que no todos los personajes pueden tener un desarrollo, (además de los mencionados se encuentran Lea Seydoux como guardia de la prisión y musa de Rosenthaler y Adrien Brody es el marchant Julian Cadazio de la primera historia, Elisabeth Moss, Cristoph Waltz, Saorsie Ronan, Willem Dafoe y Bob Balaban acompañan en las otras) Intercalando blanco y negro y color, hay loas para la fotografía de Robert D. Yeoman, la música de Alexandre Desplat, animación y planos congelados y otros congelados en movimiento, que son increíbles. Todo lo mencionado es positivo. Lo negativo es el guion, que es fluctuante, muy bueno en la primera historia, relativamente bueno en la segunda y aburrido en la tercera. De todas formas, el balance con Wes Anderson siempre da saldo ganador.