De historias cruzadas y planos perfectos.
Reconocido por su invaluable simetría y por su exquisito uso de colores, el director Wes Anderson presenta esta vez un recorrido por una revista estadounidense que recopila diferentes historias sobre una ciudad (ficticia) ubicada en Francia. La revista en cuestión, llamada “La crónica francesa”, será la encargada de ir vistiendo la pantalla con tres crónicas distintas, pero con la misma cuota de elegancia y humor.
Poco queda para decir que no se haya dicho del cine de Wes Anderson; aun así, si bien sus películas suelen girar alrededor de una trama prioritaria, este film será la excepción a la regla. En La crónica francesa poco importa llevar la película hacia puerto alguno, este film se compone principalmente de la inexistencia de los tres actos para poder construir una trama no lineal, en donde el director tendrá rienda suelta para ir explorando tanto lo visual como la narrativo.
El resultado final culmina en una obra fantástica. El universo propio que construye el autor contiene en sí mismo un nivel de complejidad incalculable al momento de realizar un audiovisual de este calibre. El guion destila a su paso ironía e imaginación en cada minuto, los actores se adaptan a la idea con facilidad y consiguen (en su sencillo desarrollo de personaje) una química envidiable, y la composición sonora cumple rotundamente en enmarcar la idea principal de ensueño y fantasía que se propone en cada historia.
En La crónica francesa, estamos frente al auge visual de todos los proyectos que ha encarado el director. No podría mencionar ningún otro que tenga tanta sensibilidad para el detalle que no sea Anderson. En esta película no solo se presenta su particular sello simétrico, sino que también hace uso de recursos como el paso al blanco y negro de una toma a la otra, y la animación al momento de representar una determinada secuencia.
Es así como a partir de todas estas libertades creativas y estéticas, el director consigue construir una película totalmente única y original que navega por un mar de magia visual tan atrapante como encantador. Sinceramente y a mi entender, uno de los mejores trabajos del director.