La crucifixión

Crítica de Henry Drae - Fancinema

PASADOS DE AGUA BENDITA

Hace muy poco se estrenó La posesión de Verónica, historia de posesiones basada en hechos reales en España, cuyo testimonio principal partía del mismo inspector que encontró flotando el cuerpo de la chica en medio de un trance difícil de explicar, lo cual convirtió el incidente en algo digno de ser filmado. Claro que no se trató ni de la primera ni de la última vez que se aprovecharía algo así para crear una ficción terrorífica sobre demonios que gustan de poseer cuerpos inocentes. De hecho unos cuantos años atrás también se abría paso El exorcismo de Emily Rose, con inquietantes detalles sobre un juicio abierto a los responsables de la muerte de una presunta víctima de posesión.

En el caso de La crucifixión, todo parte de la condena penal que se le extiende a un sacerdote rumano, el padre Anton (Corneliu Ulici), y a su equipo por provocar la muerte de una monja. La misma, en dichos de los propios testigos, se hallaba poseída y su deceso no se produjo por la práctica religiosa extrema, sino por la misma reticencia del demonio a abandonar el cuerpo. La reportera Nicole Rawlins (Sophie Cookson) se interesa en el caso y le pide al director del medio en que trabaja (su propio tío) permiso para viajar y cubrir la historia; éste al principio se niega y alega que ella está influenciada por la muerte de su madre tiempo atrás, pero finalmente accede. Cuando la reportera llega, ve como su curiosidad y falta de fe se ven recompensadas por actos que la pondrán a prueba, y en peligro real.

La película de Xavier Gens (Hitman, Agente 47 en su versión 2007) no aporta nada nuevo al género pero no sólo eso le quita relevancia sino que además tampoco logra provocar empatía con los personajes, ni desarrollar su background o lo que les suceda de allí en más. La cronista tiene un problema para sostener su fe gracias a un incidente relacionado con el tema religioso que provocó la muerte de su madre. Esta simple motivación para el descrédito no resulta suficiente y mucho menos cuando algunos diálogos pretenden tener un dramatismo casi de culebrón, con los personajes sosteniendo un diálogo mientras miran ambos a cámara, y otros detalles más escabrosos -o erróneamente hilarantes- que el exorcismo mismo.

Tampoco faltan los clichés, los sustos forzados y las imágenes robadas a clásicos como El exorcista o La profecía. Se pueden reconocer algunas imágenes verdaderamente fuertes, como un pubis tapado de insectos (aparece en el tráiler) u otras con cierto balance de transgresión y creatividad, pero no hace una diferencia sustancial. Y en ese contexto, los intérpretes tampoco pueden lucirse aunque no hagan un mal trabajo como para verse ridículos o fuera de timing. Como detalle de color, en el elenco que tiene actores de varias nacionalidades (propio de este tipo de coproducciones) podemos encontrar a Iván González, el hijo del cantante argentino Jairo, quien ya había participado en otras películas del mismo director. Sin destacarse en su breve personaje, no aporta algo significativo pero como argentinos que somos, podemos señalar el dato muy por arriba (porque tampoco es que dé algo para sentir tanto orgullo).

En definitiva hay muy poco que pueda rescatarse de esta producción que resultará olvidable hasta para los seguidores del género. Y no porque el tema esté agotado (reitero el caso de La posesión de Verónica, que logra destacar en una notable construcción de climas) sino por pura impericia y subestimación del producto, o mejor dicho, del público al que está dirigido. En algún momento este género debería ser sometido a un exorcismo que le quite los vicios que le restan sustancia a la hora de encararlos.