Fernando Sandro (El Espectador Avezado):
Estreno particular es el que ocupa una de las salas a partir de hoy en el Espacio INCAA Km0 Cine Gaumont; La Cuenta es una muestra del cine más independiente y hecho a pulmón que se realiza en nuestro país. Un cine que se le anima al género desde el profesionalismo, capaz de entregar un producto competente para el espectador sin necesidad de contar con un abultado presupuesto.
Mucho tiene que ver el resultado con el origen del film. La Cuenta nace de la pulsión del colectivo creativo llamado Crimson Barra; un conjunto artístico, interdisciplinario, proveniente del Conurbano Bonaerense, más precisamente del Partido de Quilmes.
Ahí, un grupo de jóvenes, veinteañeros, se animaron a más, crearon “la división” Crimson Barra Films, y (casi) sin experiencia previa en materia audiovisual, se enfrentaron ante la posibilidad de entregar lo que terminaría siendo un largo (está bien, utiliza algunos recursos para apenas llegar a la duración necesaria de un largometraje, pero se trata de un dato menor solo para entendidos) mediante un plan de fomento del INCAA.
Hay films independientes que de todas maneras se las arreglan para entregar un gran despliegue escénico y técnico. No es el caso de La Cuenta, no lo necesita, su idea es concreta, se siente como un producto orgulloso – o debería estarlo – pequeño pero contundente.
El argumento es simple y no permite un gran desarrollo mediante estas líneas, un grupo de jóvenes, hombres y mujeres, se juntan en la trastienda de un bar a jugar el famoso juego de rol Mafia, conocido popularmente como Policías y Ladrones.
Reunidos alrededor de una mesa, se reparten cartas con roles asignados. La idea es descubrir quién de ellos es “el ladrón que asesina de noche”, el método de eliminación es mediante votos, quien recibe más cantidad de votos de sospecha va quedando eliminado, si no resulta ser quien posee la carta de ladrón, también se eliminará al acusador.
Un detalle para otorgar más sugestión, los participantes están conectados a sondas, y cuando son eliminados se les inyecta algo en el suero que… bueno, los elimina realmente, o por lo menos los deja ahí, inconscientes y fuera de juego.
La Cuenta es un trabajo en equipo, y eso se nota desde la realización a cargo de cuatro jóvenes, Federico Zaraus, Agustín Ormazábal, Federico Goyeneche y Gastón Berstein. Más allá de que figure este último en la dirección y guion, la película se fue gestando entre los cuatro, sumada Marcela Zarich en la dirección actoral, y con la colaboración de todo Crimson Barra para llegar a su objetivo, ad honorem, por el simple placer de realizar la obra y tener a su criatura en manos.
En este juego en apariencia sencillo que nos proponen hay un cuidado manejo de la tensión, en donde la banda sonora resonante y el sonido cerrado cumple un rol fundamental, y una creación de clima desde los detalles.
El escenario negro, las sombras, la preponderancia de los diálogos y los tonos con que se pronuncian, todo hace que se nos inserte en un thriller que trasciende al juego de rol.
Hay mucho entre líneas, cada personaje tiene su personalidad, y esa personalidad, de líder, de relajado, de tímido, de histérico, de analítico, etc., ira signando el destino de cada uno de ellos.
Desde la puesta de cámara, los movimientos, y hasta algunos juegos de pantalla dividida (más algunos spots sugestivos) se le entrega la dimensión cinematográfica a algo que podría ser una fuerte puesta teatral.
En su corta duración, queda por explicar algo del desarrollo del juego para quienes provengan de afuera, es probable que en determinados momentos el espectador pueda perderse, o no entender determinadas acciones, sino conoce la dinámica de un juego de rol. No hay explicaciones, se nos introduce directamente dentro de la partida.
Se entrevé también una clara y lograda intención de traslucir en ese micromundo claustrofóbico de once personas, actitudes aplicadas a la sociedad, opiniones, contradicciones, y puesta de posiciones que talvez parezcan algo remarcadas, pero cumplen su caro objetivo.
El rubro actoral es primordial en una puesta tan minimalista, entre los actores se siente la familiaridad, la comodidad de trabajar en un equipo conocido. Sin destacar a uno sobre el resto, todos les otorgan las características necesarias para que desde el otro lado de la pantalla también juguemos al adivinar.
Más allá del nerviosismo y del magnetismo creado en un contexto mínimo, en La Cuenta se transmite pasión, ganas por crear un proyecto desde cero, esa idea de que en el ambiente artístico debe haber un lugar para que todos puedan expresarse como deseen, y con el fomento necesario, lograr el sueño del pibe del estreno comercial.
De Quilmes hacia afuera La Cuenta es una muestra de que se puede, aplaudimos de pie la garra del emprendimiento.
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