La cueva de Chauvet, situada en el sur de Francia y con las pinturas rupestres conocidas más antiguas, se convierte en el escenario elegido por el director Werner Herzog para rodar este apasionante documental en tres dimensiones. Siguiendo tres hilos distintos (un viaje a su interior y entrevistas con científicos e historiadores), el atractivo de la película reside precisamente en sus imágenes, que recogen de forma muy dinámica las maravillas de este paraje, actualmente cerrado al público para su total conservación.