La celebración Rioplatense
El director uruguayo Gabriel Drak describe en La culpa del cordero el típico derrotero de una familia en apariencia unida pero donde los secretos y las hipocresías forman parte de lo cotidiano y estallan de la manera más predecible en la clásica reunión de los hijos y los padres en la chacra familiar, convocada por la cabeza del conjunto y proveedor Jorge que ha decidido jubilarse y ventilar los trapitos al sol de cada uno de sus hijos, mantenidos siempre económicamente por él y en anuencia de su esposa Elena con quien lleva más de 30 años de matrimonio y casi un tercio de infelicidad.
El primer problema de esta película es la enorme falencia de todos sus actores, aunque es justo reconocer que Ricardo Couto en el papel de Jorge no desentona tanto ni tampoco sobreactúa los diálogos como el resto del elenco, parejo en su mal desempeño.
Tampoco el director sabe manejar la tensión para que las revelaciones surjan en los momentos menos esperados como por ejemplo ocurre en la magistral película danesa La celebración, film del Dogma que también toma como premisa la reunión de familia para establecer con trazo fino un retrato descarnado de las relaciones familiares; los lazos afectivos y cinismos bajo el protocolo de las formas que se hacen añicos en dos minutos cuando el pacto de silencio se rompe y la complicidad cae y abre heridas que jamás cicatrizan.
Sí es de reconocer que pese a la previsibilidad del relato y al esquematismo, Gabriel Drak maneja con criterio la distancia necesaria entre la cámara y sus personajes y también consigue esporádicamente crear climas con muy pocos recursos pero que lamentablemente se malogran por no estar acompañados de buenos intérpretes en las actuaciones.
Una propuesta Rioplatense con muchas más contras que virtudes y la sensación semiamarga de que la historia si bien es trillada daba para mucho más que lo que termina plasmándose en pantalla.