Un centro de emergencia danés, un policía que atiende llamadas y deriva servicios de emergencias, policías, el auxilio y la solución. Pero en este inteligente film del director Gustav Möler, con su guión escrito junto a Emil Nygaard Albersen, está el mecanismo exacto para retener la atención del espectador, mantenerlo cada veza más tenso y soltarlo solo cuando llega el final de destino incierto. Un policía que trabaja a disgusto en ese lugar, ama la acción de patrullar las calles. El llamado de una mujer desesperada que está siendo secuestrada por su marido, que debe fingir hablar con uno de sus hijas que quedó sola en el hogar, para que su marido no sospeche, despierta de su letargo al funcionario que hará todo lo posible por salvarla . Pero el film no solo se nutre de las sorprendentes vueltas de tuerca de esas voces en el teléfono visitadas por la desesperación, las situaciones límites, el peligro y la sangre. También está la fría burocracia que impide la celeridad necesaria, los compañeros que rodean a ese policía, pero por sobre todo un doble carril de angustia y culpa personal que confinó a ese policía a una tarea burocrática y un juicio eminente que puede o no servirle de pasaporte hacia una redención. Un film redondo de intriga y pasión, de voces que piden ayuda, comprensión y urgencias. Resuelto con una afinada utilización del ritmo y el tiempo, con momentos que se darán vuelta como un guante, pero que nunca invalidan la desesperación, el pedido de ayuda y una reflexión sobre la culpa y la justicia por mano propia. Un entretenimiento perfecto, bien actuado y con inteligentes aspiraciones.