La ópera prima de Gustav Möller, un sueco que filma una producción danesa, es un thriller intenso e inteligente que promueve que el espectador le dé forma a personajes y situaciones que no ve.
Asger Holm es un policía que fue degradado a atender llamadas de emergencia. Un aparente trabajo burocrático que lo congelará de sus tareas habituales, más acostumbrado a la calle y la acción, mientras espera declarar en un juicio por algún hecho que no conocemos. Una noche de rutina, recibe un llamado de una mujer que parece estar secuestrada a bordo de un auto, con dirección a las afueras de Copenhague. De ahí en más, todo es una carrera contra reloj para resolver esa situación, sin moverse de un escritorio.
Gustav Möller escribió y dirigió un guion con el timming exacto, al que le toma una hora y veinticinco minutos para poner al borde un ataque de nervios al público, a la vez que les exige al protagonista y a los espectadores un estado de alerta permanente para darle forma a lugares y personajes que no vemos.
Ejercicio de ingenio cinematográfico tomado de una idea que alguna vez esbozó Alfred Hitchock en la década del ’60. El maestro del suspenso decía que le hubiera gustado realizar una película que sólo transcurriera en una cabina telefónica. Möller parece haber recogido el guante y haciendo uso de las nuevas tecnologías (computadoras, celulares y GPS) exprime esa premisa en un único lugar: una central telefónica. Cristalizando una acción que transcurre en tiempo real. Agotando todas las instancias de un magnifico fuera de campo en el uso del sonido, que salta de la desesperación a la intriga con un giro que lo convierte todo en angustia.
En La culpa hay un “afuera” sonoro que pone los pelos de punta. Y un inconmensurable actor, Jakob Cedergren, con la cámara pegada en cada plano. Su actuación es magnífica, con el nervio de quien intenta resolver el rompecabezas de una tragedia familiar. A la vez que lo que aparentemente descomprime esa desesperante situación es el incidente judicial del policía.
“Estos dos niveles del relato aúnan temas como la culpa y el perdón, la redención, la violencia familiar y el aparato policial represivo. Zonas llenas de claroscuros que La culpa aborda con inteligencia y complejidad, sin necesidad de desplegar ninguna pirotecnia visual”.