Guillermo del Toro vuelve al género de sus amores y nos regala un romance gótico plagado de fantasmas y mansiones con historia. El mexicano toma los elementos más clásicos del terror y los redefine para nuestro tiempo, sin dejar de lado la nostalgia, y sus siempre maravillosas puestas en escena.
Guillermo del Toro creció amando los cuentos de hadas y los monstruos. Tanta fue su obsesión de chiquito, que su abuela lo mandó a exorcizar un par de veces para que deje de tener esas locas ideas en la cabeza (historia verídica). Por suerte, el realizador mexicano no dejó de lado sus fantasías infantiles y basó gran parte de su filmografía en recrear a estas hermosas criaturas que atormentan y maravillan por partes iguales.
Con “La Cumbre Escarlata” (Crimson Peak, 2015) se mete de lleno en el terror y el romance gótico, un gran homenaje a clásicos del género como “La Casa Embrujada” (The Haunting, 1963) de Robert Wise, y a obras más “modernas” y monumentales como “El Exorcista” (The Exorcist, 1973) o “El Resplandor” (The Shining, 1980).
Del Toro toma todos los convencionalismos del género, bastantes desgastados hoy en día, los utiliza a su gusto y los redefine para un público que ya lo ha visto todo. Los carga de violencia y cierto erotismo para contar un drama sobrenatural más cercano a sus films europeos (y adultos) como “El Espinazo del Diablo” (2001).
La violencia es gráfica, pero no excesiva y, en sus manos, hasta es poética y estilizada, como el resto de la puesta en escena. Cada escenario, los vestuarios, las ficticias calles de Nueva York o la mansión en ruinas de los Sharpe en la desolada región inglesa de Cumbria se destaca por la exquisitez de cada detalle que, en seguida, no hace pensar en los cuentos de terror más clásicos y oscuros.
Edith Cushing (Mia Wasikowska) es una joven aspirante a escritora, demasiado avanzada para su tiempo. Estamos en la Nueva York del siglo XIX, y esta chica se empecina en escribir historias de fantasmas (en vez de romances), ir en contra de las convenciones sociales de la época y, sobre todo, conseguirse un marido. Amante de las ciencias y de Mary Shelley, Edith tiene todo el apoyo de su padre, con el cual guarda una estrecha relación tras la muerte de su madre, cuando era apenas una nena.
Los fantasmas del pasado dejaron de acosarla hace rato, pero ahora están de regreso junto con la llegada de un extraño en busca de apoyo financiero para poder explotar los sedimentos de arcilla que se hallan debajo de sus tierras en Gran Bretaña (Allerdale Hall).
Sir Thomas Sharpe (Tom Hiddleston) es tan encantador como misterioso y, a pesar de las reticencias del señor Cushing y las de su propia hermana, Lady Lucille (Jessica Chastain), el romance (y la pasión) entre los dos no puede evitarse.
Thomas y Edith terminan contrayendo matrimonio y mudándose a Cumbria, a la destartalada casona familiar que compartirán con Lucille y algún que otro espectro.
Las intenciones de del Toro se ven a la legua y no trata de disimularlas en ningún momento. Acá hay un misterio que develar, pero la historia es sencilla y las pistas se nos ofrecen en bandeja. Los fantasmas de “La Cumbre Escarlata”, al igual que los de los relatos de Edith, son metáforas, almas arraigadas a un lugar, en este caso Allerdale Hall, una jaula para la joven Edith que, más temprano que tarde, descubrirá que su esposo no es lo que pensaba.
Esto no es un secreto para el espectador. Desde el primer momento que vemos a Sir Thomas sabemos que oculta unas cuantas cosas, pero detrás de él existe una figura muchísimo más oscura y manipuladora, casi siniestra, escondida tras la falsa sonrisa de Chastain que, claramente, se roba toda la película.
No hace falta dárselas de detective, no es la intención del director que centra el relato en las relaciones, los climas y los ambientes, y como influyen unos con los otros.
“La Cumbre Escarlata” es un cuento de fantasmas y amor gótico, donde las mujeres juegan un papel fundamental y llevan adelante la historia sin ser a cada momento las “damiselas en peligro”. El pensamiento racional convive con la fantasía y la superstición sin ningún problema, y cada imagen, cada rincón y cada elemento de la puesta en escena nos atrapan de la misma forma que esta mansión no deja marchar a sus espectros.
Dirección: Guillermo del Toro
Guión: Guillermo del Toro, Matthew Robbins
Elenco: Mia Wasikowska, Jessica Chastain, Tom Hiddleston, Charlie Hunnam, Jim Beaver, Burn Gorman, Leslie Hope, Doug Jones, Jonathan Hyde.