Una metáfora del pasado
Escrita y dirigida por Guillermo del toro, La Cumbre Escarlata -2015- entretiene y atrapa al espectador durante sus 119 minutos lo que ya es un logro en sí mismo. A pesar de ser una trama larga, el detallado arte, la continuidad de los planos y la tensión de las secuencias son capaces de atornillar una sala completa a sus asientos.
Los papeles están en general muy bien interpretados. Mia Wasikowska está a la altura del rol protagónico, llevando sobre sus hombros el desarrollo de la cinta y compartiendo las incertidumbres con el espectador. A su vez, debe ser destacado el rol de Jessica Chastain en el papel de Lucille, cuyas intervenciones puntuales logran encarnar la esencia del personaje en su totalidad desde el comienzo de la película.
En el guión se utiliza la metáfora que relaciona los fantasmas con los recuerdos y el pasado, y la misma se ve plasmada desde el primer minuto a través de diálogos muy logrados y escenas clave en las que aparecen los espectros, sin abusar del recurso.
El diseño de arte, ambientado en el siglo XIX, permite viajar en el tiempo cumpliendo con cada detalle que compone cada plano superpoblado de elementos, acorde al estilo barroco que este siglo heredó de su antecesor. Los vestidos, trajes y demás vestuarios parecen preservados desde 1860 para el set.
Las únicas dudas que deja el guión tienen que ver con la capacidad sobrehumana que tienen los personajes para superar una lesión y continuar escapando, peleando y accionando, luego de quebrarse, ser apuñalados, o ser asaltados por diferentes traumas que acontecen entre las sangrientas paredes de la mansión en la cumbre escarlata.