Todo locura
Luego de su incursión en Disney (las primeras tres entregas de Piratas del Caribe y la nueva adaptación de El Llanero Solitario) y entre medio un paso por el cine de animación (Rango) que le valió un Oscar, Gore Verbinsky vuelve al cine de terror que no visitaba desde su tercera película La Llamada (The Ring, 2002).
Lockhart (Dane DeHaan) es un joven exitoso que forma parte de una importante compañía financiera de Nueva York. Cuando salen a la luz algunos problemas que involucran grandes cantidades de dinero y corre peligro una fusión con otra empresa, la junta directiva envía a Lockhart a buscar a Pembroke (Harry Groener), un ejecutivo de alto nivel al que buscan echarle la culpa y envió una misteriosa carta desde un spa en los Alpes Suizos. Cuando llega descubre que ese lugar que propone curar varias enfermedades del cuerpo y mente esconde algo más y que se oculta algo detrás de la apacible estadía de los huéspedes, la mayoría de la tercera edad. Además deberá descifrar qué esconde el Dr Volmer (Jason Isaacs), director del centro de bienestar que no dejará que se lleve a su paciente y que también intentará curarlo a él.
Con un enorme presupuesto y una extensa duración (146 minutos), este ambicioso proyecto no solo tiene a Gore Verbinsky como director sino también como productor y guionista junto con Justin Haythe (responsable de los guiones de El Llanero Solitario, Solo un Sueño, entre otras).
Todos los rubros técnicos son sobresalientes, desde un cuidado diseño de producción hasta fotografía y música. La actuación más sobresaliente es la de Jason Isaacs como el siniestro Dr. Volger, un Dane DeHaan que pasa por todos los estados y un variado grupo de secundarios. Una película que engancha enseguida pero que por momentos decae, pero sin alejarse de los climas que están bien construidos, además tiene escenas perturbadoras como por ejemplo aquella donde el protagonista es forzado a visitar al dentista.
La cura siniestra es un aceptable film, con aires góticos, algún que otro guiño a películas Clase B, una vuelta de tuerca algo predecible pero efectiva y un mensaje sobre como la ambición corrompe a la burguesía que sólo quiere más y más.