La dama de hierro

Crítica de Alberto Harari - MI CINE - por halbert

GRANDIOSA ACTUACIÓN DE MERYL STREEP, EN UN TORPE BIOPIC

Basada en la historia de la política británica Margaret Thatcher, la película de Phyllida Lloyd nos muestra a una veterana mujer que padece demencia senil en un presente que la encuentra ya viuda. Con rasgos paranoides y esquizofrénicos, podemos ver a Thatcher negándose a reconocer la ausencia de su marido Denis (Jim Broadbent), que la “visita” a diario, todo el tiempo, interactuando con ella en su cotidianeidad. Junto a él, en su imaginación, recuerda los más importantes hechos de su vida como Primera Ministra, desde su juventud hasta su caída en 1991, cuando le es arrebatado el poder dentro del Partido Conservador al que siempre perteneció.
La puesta en escena de su directora tiene enormes vicios teatrales, muy especialmente por la forma en que el fantasma del marido aparece constantemente en la habitación de su esposa, en la que comparten el visionado de videos y grabaciones de los hechos más significativos de la mujer, como excusa para que el espectador conozca así los rasgos más salientes de la vida política de la protagonista. Este recurso, tan presente y continuo, actúa como “palo en la rueda” de una narración frecuentemente frenada por estas apariciones.
Los capítulos del presente están prácticamente en igualdad de tiempo en pantalla que los del pasado, más ricos e interesantes, entre ellos, su actuación contra el terrorismo del IRA, contra los sindicatos para implementar un despiadado plan de privatizaciones y, por supuesto, contra la junta militar argentina en la guerra de Malvinas, que aporta uno de los momentos de mayor dramatismo (Thatcher diciendo enérgicamente “Húndanlo!”, decidiendo el destino atroz del buque argentino General Belgrano, hiela la sangre).
Meryl Streep ES Thatcher. Compone con alma y vida este personaje que indudablemente quedará en la memoria de su filmografía, no tanto por el filme en sí, que termina siendo algo mediocre (por lo apuntado sobre la dirección) sino por la excelencia de su trabajo. Los movimientos tardos y lo encorvado de su cuerpo al momento de componer a una mujer de 80 y tantos años, o la vital energía, la tozudez y el ímpetu como mujer política en un mundo dominado por hombres, se hacen cuerpo y voz en la figura dominante de Streep. Aplausos de pie para ella y un leve abucheo a Phyllida Lloyd, que le fue mejor con Mamma Mia!...