Hasta Uwe Boll podría haber realizado un film menos superficial y cobarde si le encargaban la dirección de esta historia.
La Dama de Hierro es una enorme decepción que tiró por la borda la posibilidad de ver una película interesante sobre uno de los personajes de la política internacional más controvertidos y nefastos de las últimas décadas.
Margaret Thatcher fue una de las figuras más poderosas de la segunda mitad del siglo 20.
Al igual que J. Edgar Hoover fue un ícono del conservadurismo que lidió durante su período como primer ministro del Reino Unido con muchísimos hechos históricos importantes, como la Guerra de Malvinas, los atentados del IRA, las crisis de los mineros (que inspiró esa gran película con Ewan McGregor que fue Tocando el viento) y la Guerra Fría entre otras cosas.
Sus decisiones lograron dividir a una nación.
Más allá de la opinión que se pueda tener de ella, su historia es muy interesante y daba un tremendo material para hacer una buena película.
El gran problema que tiene este estreno es el enfoque que eligió la directora Philippa Lloyd, responsable del infumable musical Mamma Mia!
Peor elección para contar la vida de Thatcher imposible.
¿Dónde está Stephen Frears cuándo se lo necesita?
Desde lo cinematográfico este film es la cara opuesta del último trabajo de Clint Eastwood.
La directora Lloyd, con una indulgencia descomunal, prefirió brindar un retrato más amable y sentimental de Thatcher dejando la política en un segundo plano.
Gran parte del film se concentra en brindar una biografía endulcorada de esta mujer con sus problemas familiares y de salud como si el único objetivo fuera recordarle al espectador que más allá de su trabajo los políticos también son humanos y tienen sentimientos.
Por el contrario, todos los hechos importantes e históricos en los que esta mujer formó parte, en La Dama de Hierro se trabajan con una superficialidad digna de un reality show del canal E!
A través de varios flashbacks le dedican unos minutitos a la Guerra de Malvinas, otros minutitos a los atentados del IRA y así cubren toda su carrera política.
La prioridad la tiene en cambio las conversaciones de la protagonista con su marido muerto. Un toque Shyamalan inexplicable que con el correr del tiempo se vuelve denso.
Si algo queda claro después de ver esta película es que la biografía de Thatcher fue demasiado grande para esta realizadora, quien no tuvo la menor idea de cómo abordarla.
Por otra parte, la directora presenta uno de los peores usos de material documental de archivo que se vieron en los últimos años.
Lloyd no solo explota este recurso hasta el hartazgo en su narración para recrear la historia, sino que además parecería que utilizó esas imágenes para sacarse de encima lo más rápido posible los conflictos políticos.
Sí, Meryl Streep pese a todo está muy bien en lo suyo y es el único motivo por el que valdría la pena ver este film. Simplemente para disfrutar de otra gran interpretación de ella con un personaje complicado, que lamentablemente se vio desaprovechada por una película floja que brinda una biografía demasiado light sobre una figura política compleja
La verdad que para ver esto hubieran hecho directamente Maggie: El Musical.