Las actuaciones son de suma importancia para que una idea, sentimiento o simplemente un gesto logre traspasar la pantalla, emocionar, divertir, asustar o impactar al espectador. Pero, cuando se tiene un trabajo memorable de interpretación en escena y todo lo que la acompaña carece de la profundidad, de la imaginación y de la fuerza que esa persona le está poniendo al proyecto, sucede algo muy parecido a lo que pasa en "The Iron Lady", una película en la que Meryl Streep brilla por su fantástico retrato de Margaret Thatcher, pero que desarrolla un guión y una dirección que no acompañan con la misma calidad el trabajo de su protagonista.