El film sobre la vida de Lady T, tiene una enorme Meryl Streep como siempre y una debilidad de guión y montaje que la vuelve mediocre.
Confieso que no me interesaba en días en los que Malvinas ha vuelto a ser un tema de debate, ver un film que, sabía justificaba la guerra y la recuperación de Nuestras Islas de modo políticamente correcto (¿?).
Pero de carne somos y ver una representación de Margaret Thatcher me llevó al cine tarde, cuando la mayoría ha dado su opinión y seguramente despojada de preconceptos.
Bien, La dama de hierro es una película mediocre. Como biopic, encadena sucesos en flash back en los que una vetusta Maggie recuerda y alucina en soledad, acompañada de un ama de llaves en una suerte de bunker. Pero como reconoce su directora Phyllida Lloyd y Abi Morgan, su guionista, la cuestión política trató de dejarse de lado. Esto me recuerda a una puesta de teatro insufrible que sobre La Mueca, de Tato Pavlovsky, se hizo hace unos años y cuyo director esgrimió, para justificar el desastre escénico, que dejó lo ideológico de lado para montarla… O sea, le sacó la esencia y con eso el interés.
A ver: si intento contar la vida de una mujer con un poder más duro que el hierro, que tomó decisiones que dejaron a Inglaterra en la lona económica (recuerden el contexto de Tocando el viento, film de la situación postacheriana, Mark Herman 1997) y quiero mostrar la vida de una política inglesa que se abrió paso entre los Tories para llegar hasta donde llegó, que impidió el ingreso del Imperio Colonialista a la Unión Europea (acá no se equivocó tanto viendo la que se les viene en el continente) y usó una causa como Malvinas en beneficio propio y le quito la sustancia ideológica, es una peli de cable. Propios y ajenos han expresado que la tibieza y ausencia de toma de posición colocan a la película en un borde al menos resbaladizo, no sea cosa que Maggie sea vista como post marxista (es un chascarrillo).
Lo que salva los papeles es la actuación de Meryl Streep, laureada por su actuación y candidateada por vez número mil a la estatuilla máxima de Hollywood, el resto, es un aburimiento y una abulia y si usted no es cholulo y quiere saber sobre la vida de algún poderoso inglés, le aconsejo leer a Eric Hobsbawn, ya que tout le reste est littérature, como expresaba el bueno de Paul Verlaine. Si como decía Oscar Wilde, la vida copia al arte, Streep es mejor que Tatcher, es más bella, su acento es impecable, su make up también y creo que con los años los bustos y fotos deberían tener a Meryl en vez de a Maggie, la horrible malvada.
Por cierto, como yo no me despojo de ideología digo a viva voz: que las Malvinas son Argentinas, que las bravatas inglesas con sus destructores y submarinos son a 30 años de ese luto nuestro junto a este film, casi una burla de la industria cinematográfica del Reino Unido que coproduce.