Sustos para el hipo.
La Dama de Negro 2 está estructurada alrededor de los golpes de efecto más banales, esos que no son funcionales a la trama. A diferencia de la primera entrega -donde también había decenas de búsquedas de reflejos pero implementadas en la causalidad de una historia- no hay acá demasiado para contar. Al menos no en la historia principal, la que nos lleva al cine, la de la espectral dama de negro. Acá hay una historia de amor debajo de las bombas del blitz nazi sobre Londres; un blitzkrieg alejado del aguerrido “Hey ho lets go” ramonero y cercano al tedio de una novela de Adrián Suar del primetime pedorro nac&pop. Y ese romance podría funcionar como la historia principal, pero entonces nos estarían vendiendo un romance cursi por horror gótico, el viejo gato por liebre. Ojo, si de las entrañas del horror brotara un melodrama contundente, no deberíamos ni podríamos quejarnos, pero este papelón con diálogos minados por los peores lugares comunes es un insulto hasta para los preadolescentes a los que está dirigida la película.
Nuevamente el problema del horror ATP: ¿se puede hacer cine de horror para niños? Cuando tenía 12 o 13 años, gracias a los amigos del mítico videoclub Picadilly, me vi una tonelada de películas de terror en VHS que eran prohibidas para menores de 16 o de 18 -en ese momento había menos horror para niños de 13, o al menos eso recuerdo- y esas eran las que me gustaban y las que me siguen gustando ahora. Porque las películas de terror serán para mayores o no serán nada, compañeros. Y los niños que tengan los cojones para verlas lo harán en sus casas burlando la normativa. Que el género se tenga que adaptar a lo que un productor aburrido y moralista intuye como gusto preadolescente, es una derrota para los niños y para nosotros. El pibe que decide ver horror, por travesura, gusto o curiosidad, no espera un producto pasteurizado hilvanado por sustos sin sentido, a los niños les encantan los buenos cuentos como a nosotros. La infantilización del horror -con una idea errónea sobre lo que pueden comprender los chicos- es una imposición nefasta. Si se prosigue en esta dirección seguiremos viendo un género reprimido, amputado, y sin historias por contar. Nos seguiremos clavando con estos Rebelde Way internacionales con máquinas de humo y efectismo insustancial.
La Dama de Negro 2 funciona como el gastado tren fantasma de un antiguo parque de diversiones. De la vieja Hammer solo quedan las cenizas. Hubiera sido alucinante que la mítica productora apostara por una nueva generación de monstruos clásicos, o por cualquier otra cosa con alma y cojones, pero por desgracia ahora el billete pasa por otro lado, por no decir nada; simplemente hay que subirse al carrito con los dedos enchastrados por los nachos, y esperar que exploten fisiológicamente nuestras respuestas más primitivas.