Cuiden a sus hijos
La varita, los conjuros y todo el mundo fantástico del Colegio Hogwarts está muy alejado de la Inglaterra victoriana donde se desarrolla La Dama de Negro, el film que tiene a Daniel Radcliffe como protagonista. El ex Harry Potter parece buscar con este papel una forma elegante de irse, poco a poco, despegando de aquel inocente niño con anteojos que hechizaba al mundo entero. Y como todo ser humano, creció. Y de un libro, saltó a otro, en esta ocasión a la novela homónima de Susan Hill escrita en 1982.
La trama gira alrededor de un joven abogado londinense, Arthur Kipps (Daniel Radcliffe) que se ve obligado a dejar a su hijo de tres años para viajar a Crythin Gifford, un pueblo en el que el tiempo parece haberse detenido. El letrado deberá ocuparse de los asuntos de un cliente recientemente fallecido, propietario de la mansión Eel Marsh.
Para la decoración, encontraron una construcción del período Jacobino y recrearon el sombrío y extraño pueblo de Crythin Gifford, en Halton Gill (Yorkshire), un lugar real donde el tiempo también parece haberse detenido en la vida real, con casas originales de hace cuatrocientos años. Técnicamente se trabajó para lograr las atmósferas deseadas, con una sola fuente de luz para iluminar el set.
Y en esa alejada propiedad, la cual hay que llegar a través de un camino que se anega por la marea durante varias horas al día, Kipps trabaja en solitario. Y acá este thriller es donde tiene pulgares arriba: el clima hostil, la lúgubre locación y esa asfixia hacia lo desconocido en la cual el protagonista se sumerge. Además de esto, aparece la siniestra figura de una dama de luto que presagia situaciones catastróficas para un pueblo, supersticioso, que no puede entender el porqué varios niños mueren.
“No persigas a las sombras” es una de las frases que escuchará el abogado antes de decidir trabajar toda una noche en la mansión. Y como sucede en varias películas del estilo, el espectador querrá que pronto salga el sol: crujidos, apariciones y hasta inquietantes juguetes ambientan el caserón que poco a poco irá develando pliegos de sus más oscuros secretos.
El guión varias veces parece quedar trunco o tiene giros insólitos de excesiva autojustificación. El “no aclares que oscurece” es una constante en la narrativa de La dama de negro dirigida por James Watkins, creador de la gran película Terror en el Lago (Eden Lake).
Un final abrupto refuerza un argumento que nunca termina de sostenerse deja flotando varios interrogantes: ¿quedará Daniel Radcliffe estigmatizado en personajes oscuros? ¿podrá separar su semblante de la pottermanía que desató su mágico personaje?