Mucho más que un festival, Helen Mirren
Helen Mirren es sinónimo de buenas películas, pero más allá de que "La dama de oro" es un festival del talento de la actriz de "Excalibur" y "La Reina", este film cuenta una historia real tan importante como poco conocida: la de la restitución de las obras de arte robadas por el régimen nazi.
Mirren encarna a una anciana que, al revisar la herencia de su hermana recién fallecida, descubre elementos para pensar que el famoso cuadro "La dama de oro", de Gustav Klimt, en la práctica un retrato de su tía robado por los nazis al tomar el poder en Austria, podría ser objeto de estas revisiones sobre el destino de las obras de arte de familias judías. Ryan Reynolds, en un tipo de papel poco habitual, interpreta a un abogado no especialmente experto que lleva a la anciana a Austria para tratar de que el comité de restitución de obras de arte entienda que el cuadro había sido robado. Sólo que, tal como define un vienés, "La dama de oro" es algo así como la "Mona Lisa" de Austria, y por ningún motivo alguna autoridad austríaca permitirá su restitución.
El productor y director televisivo Simon Curtis dirige con inteligencia esta historia, logrando que los cambios de planos temporales entre el presente y los recuerdos de la protagonista se sucedan con fluidez. Algunas de las escenas del pasado por supuesto incluyen la reconstrucción de la llegada de los nazis a Austria con la aprobación de la gran parte del pueblo austríaco y el despliegue de producción es notable, igual que la crudeza con la que están planteados los hechos.
Dado que básicamente éste sería un drama tribunalicio, estas escenas imprimen atractivo visual y dinamismo, especialmente cuando el film prácticamente se convierte en thriller al narrar la fuga de la joven Helen Mirren de Austria en un momento realmente tenso. Pero toda "La dama de oro" está muy lograda, y sobre todo es una película con algo que decir.
Dado que Reynolds interpreta al nieto del compositor Arnold Schönberg, entre los varios matices del film hay que mencionar un concierto con la asombrosa música de su abuelo.