La práctica hace la perfección
El realizador Frederick Wiseman expone el funcionamiento del Ballet de la Ópera de París. Lo que vemos en la pantalla son bailarines, coreógrafos, músicos; todos ellos uniendo sus saberes y esfuerzos para construir y dar forma a las obras clásicas y contemporáneas del ballet. La danse, el Ballet de la Ópera de París (2009) podrá verse exclusivamente en la Sala Lugones del Teatro San Martín (Corrientes 1530).
El documental intenta que nos adentremos en el ritmo vertiginoso y disciplinario que tienen las clases y ensayos. Casi no hay momentos de distensión, al contrario, la exigencia parece demasiada para concederle tiempo al ocio. Los aspectos administrativos de la institución, guiados por su directora artística, y finalmente el resultado final del todo, es decir, las funciones, completan el panorama de este peculiar submundo.
Palpitar un poco la trastienda del universo del ballet implica posicionarse en el mismísimo proceso de “producción”, por decirlo de algún modo. La elegancia, lo etéreo, la liviandad, la docilidad de los cuerpos que el público ve en escena al contemplar un ballet son el producto de una serie de mecanismos, reglas, aprendizajes, y sacrificios. Donde un espectador cualquiera aprecia un bailarían girando sobre su eje con una magnífica soltura, elegancia y armonía, la otra cara nos devuelve una realidad distinta: una suma de músculos contraídos, de esfuerzos y trabajos sistemáticos de un grupo de personas dedicadas y apasionadas por la danza.
Ahora bien, este documental no deja de ser una obra cinematográfica. El director junto con su cámara se convierten en objetos invisibles dentro de cada lugar donde se posicionan. Y eso es más que notorio pues nunca nadie alude a su presencia ni parece perturbar en absoluto la continuidad de las actividades. Esta habilidad le permite sentir al espectador que él está allí sin mediación de la cámara lo cual ayuda a interiorizarse con este mundo. Sin embargo, la sensación general es que por momentos todo se torna muy repetitivo, y tal vez un uso más diverso del montaje podría haber revertido dicha sensación generando una dinámica visual que ciertamente falta. Es cierto también que los films de Wiseman (quien ya tiene amplia trayectoria introduciéndose como observador de distintas instituciones) suelen tener este estilo más allegado al cinema verité y por eso se torna difícil criticar su obra como si fuera cualquier otro documental, por lo cual se deben considerar las limitaciones que este estilo propone.
Las dos horas y media de duración sumada a su monotonía temática y visual pueden resultar tediosas para aquel que no tenga al ballet dentro de su círculo de intereses artísticos. Pero si el acercamiento posee una mirada curiosa y deseosa de conocer más sobre el mundo de la danza este es el film indicado.