Seleccionada por Corea del Sur en su apuesta de competir por la categoría a Mejor Film Internacional, la esperadísima nueva gema del maestro del cine oriental Chan-Wook Park llega finalmente a salas. El director de “Oldboy” (2003), consolidado como uno de los más grandes autores del panorama internacional, aborda en esta ocasión las características principales del cine negro, bajo la investigación de un ‘supuesto suicidio’ que involucra a la mujer del sujeto fallecido. Un detective meticuloso y dedicado indaga en posibles causas de la tragedia ¿Crimen doloso, suicidio o accidente? Desestabilizado emocionalmente, su vínculo sentimental con la principal sospechosa detona la trama en direcciones impensadas.
La película desarrolla el mismo arquetipo que hemos visto en un centenar de ocasiones, pero aquí cobrando vida gracias a la mano maestra de quien decide contar una historia con absoluto dominio de su arte. Estrenado en la edición de Cannes 2022, donde el surcoreano recibió el premio a Mejor Director, el film construye su identidad mediante un paradigma de moral ambigua y denominador común de todo policial que se precie de tal. Heredera de cierto estilo hitchcockiano, la sospecha reina por doquier. “La Decision de Partir” se engrandece a cada minuto, en virtud de la prodigiosa lente de un autor capaz de apropiarse de la fórmula genérica del thriller erótico americano de fin de siglo pasado. Virtuoso a la hora de colocar las emociones en escena, el director extrae de sus dos intérpretes principales (Tang Wei, Park Hae-Il) soberbias actuaciones.
“La Decisión de Partir” centra su interés en la relación turbulenta que establecen sus dos personajes protagonistas. Las coordenadas elegidas trazan las dimensiones de una agridulce intersección afectiva. ¿Cómo se vive un amor prohibido? ¿Qué se entiende por infidelidad? Chan Wook-Park involucra el punto de vista del espectador y nos sobresatura de información, mientras la película adquiere una estructura grandiosa, fragmentada y enmarañada. El autor nos toma desprevenidos; el desconcierto reina. Ante nuestros ojos se desenvuelve una obra mayúscula y sublime, donde el deseo, el amor y la obsesión se dan cita. El policial muta levemente su naturaleza, para maridarse con un melodrama romántico trenzado con vigor. En cada plano parecen esconderse valiosos detalles.
Quien incursara en el drama angloparlante con “Stoker” (2016) es un estilista de la imagen por la vía máxima despliega capacidades visuales subyugantes. Con absoluta autoridad, opera ritmos perfectamente controlados, complementados con las melancólicas notas de su habitual colaborador Jo Yeong-Wook. Exhibiendo dinamismo, su técnica abunda en transiciones cinematográficas e ingeniosos y variados movimientos de cámaras, funcionales a la intención primaria contemplativa. Su depuración visual le permite crear desde el montaje (imprescindible herramienta) auténticas rimas continuas. Experto del encuadre exacto, el refinamiento estético en “La Decisión de Partir” abarca un espectro considerable, desde la persecución con cámara en mano hasta escenas estáticas. Tales son los preceptos que conciben una puesta en escena apabullante y originalísima implementación de los espacios físicos.
Diálogos elaborados que reflejan la idiosincrasia, la cadencia poética y la marca cultural de Oriente. Tramo a tramo, a lo largo de casi tres horas de metraje, la tensión psicológica que bordea lo corpóreo, lo erótico y lo sensual reviste el relato de una atmósfera intrigante. Chan Wook-Park se muestra sumamente sólido en su habitual fuerza narrativa como marca de fábrica, imprimiendo giros de guion con gran acierto. Sus thrillers violentísimos (“Simpatía por el Señor Venganza”, 2002 / “Lady Vengeance”, 2005) llevaron su marca de cine de oriente a occidente, pero aquí lo hace a la inversa, apropiándose de un género americano por antonomasia. Tenemos un policial hecho y derecho en donde la forma se amolda al contenido, ofreciéndose como una interesante reflexión sobre el amor, la vida y la muerte.