El rescate de la vanguardia
Hace unos años que el Chango Farías Gomez falleció, pero su impronta y presencia como el gran renovador de la música popular sigue vigente. En el film La del Chango (2014), un documental homenaje de Milton Rodriguez, ciertas elecciones por parte del realizador hacen que el juego ausencia/presencia de Farías Gomez logre un dinamismo particular en la manera de narrar.
Con un arranque sorpresivo, con el protagonista ausente, narrando en off sobre pantalla en negro el origen del Festival del Folklore de Cosquín, se fija la tendencia que Milton Rodriguez elegirá para homenajear al músico, nunca lo va a mostrar con imágenes de archivo, y construirá su imagen a través de las verborrágicas entrevistas a músicos, cantantes, periodistas y familiares, que tuvieron contacto con él.
En eso de no mostrar al protagonista está la clave de La del Chango, porque al transcurrir los minutos la idea que se construye sobre el artista y la presencia e incorporación de algunos temas de su autoría, superan el mero registro documental (aunque en el inicio Milton Rodriguez incorpora con trazos gráficos la idea de “audiograma cinematográfico”) y se genera algo completamente diferente.
La inmediata necesidad que se produce posterior al ver la película de buscar imágenes de archivo sobre el músico, es la clara respuesta del efecto generado a lo largo de la casi hora y media que dura el largometraje. Las descripciones adjetivas que se despliegan a través de las entrevistas del estilo “orfebre de los sonidos”, “era el Astor Piazolla del folklore”, como así también el repaso de la situación particular que le tocó vivir en la época de la dictadura, en la que fue tildado de “músico gremialista” por su afinidad al peronismo, pintan de cuerpo entero a un ser que intentaba salirse de la media de manera natural. Rodriguez apoya en algunas oportunidades los conmovedores relatos con alguna imagen de archivo que refuerzan el sentido de la palabra de los entrevistados. Eso sí, si se utilizan registros de presentaciones se lo hace a través de la mediatización de otro soporte, por ejemplo, en una presentación televisiva del grupo “Músicos populares argentinos” (formación con la que trabajó luego de volver de su exilio en Francia) que se la incorpora pero filmándola directamente de la pantalla del televisor.
Farías Gomez sobrevuela la película, pero nunca de detiene en ella, sus entrevistados lo amaban y lo siguen recordando con alegría y con el respeto que siempre le tuvieron, y por eso se explica uno de los momentos más emotivos de La del Chango en el que a cada uno de los participantes se les hace escuchar “Maturana”, registrando Rodríguez las expresiones y el detalle de sus rostros. No hace falta decir nada.
Un homenaje sincero y llevadero con una estructura clásica del relato, pero que en la negación del cuerpo del protagonista, en esto de no mostrarlo, se logra construir aún con más fuerza la imagen del objeto de estudio de la película que nunca se ve.