Volver a empezar
El matrimonio de Nathalie (Audrey Tautou) y Francois (Pio MarmaÏ) es idílico. Son jóvenes, se entienden con sólo mirarse, comparten todo, se aman profundamente. Como complemento, ella consigue trabajo en la filial francesa de una importante empresa sueca. Todo parece brillar de felicidad hasta que ocurre lo impensado: Francois muere en un accidente, y Nathalie debe replantearse su vida sin él.
Basada en la novela homónima de David Foenkinos, y codirigida por él y su hermano, Stéphane, La delicadeza lleva al espectador en este viaje interno de Nathalie, que en un principio reacciona a la situación cual autómata. Justamente esta frialdad es lo que dificulta la conexión del espectador con el sufrimiento del personaje: ella se encierra en sí misma y casi no expresa sentimientos.
Es clave en el filme la aparición del personaje de Markus (Francois Damiens), su compañero de trabajo. Su presencia funciona tanto en la ficción como bisagra en el duelo de Nathalie, como a nivel argumental como elemento fundamental para cambiar el ritmo de la historia e incorporarle también tímidos esbozos de humor.
La historia en sí es simple, y no demasiado novedosa. No existen en ella factores del pasado del muerto que pudieran complicar la situación (como en "Bleu", de Kieslowski, por ejemplo), sino que apenas muestra el simple dolor de perder a alguien amado, en un camino llano, sin vueltas ni recovecos.
Correctamente actuada, de factura sencilla y sin grandes pretensiones, esta película, como su nombre lo indica, trata sobre el dolor, las pérdidas y los encuentros, desde una distancia prudencial y sin golpes bajos.