Hay equipo
José (Carlos Issa) es un empleado público, casado con Andrea (Natalia Lobo), y lo más importante en su vida es el fútbol. Sigue jugando en su adorado equipo, juventud Unida, donde fue ídolo en su juventud. Los años pasaron, la gloria no llegó, pero conserva la misma pasión por su club, y a sus amigos de toda la vida, Rossi (Héctor Díaz) y Fede (Fernando Pandolfi), con los que ahora comparte el banco de suplentes.
José esta enfermo, no sabemos qué tiene, pero podemos percibir que es grave, y la primera recomendación de su médico es que no haga esfuerzos, que se olvide de jugar. José se reune con sus amigos y les cuenta que debe retirarse, no les dice por qué, inventa un problema en la rodilla.
Pero no quiere retirarse sentado en el banco de suplentes, quiere retirarse en el campo de juego. Algo tendrán que hacer sus amigos para lograr que José se retire jugando, y no mirando desde el banco. El partido que el equipo va a jugar por los puntos para no descender va a llevarse a cabo en la costa. Entonces José alquila una casa rodante para ir hacia el partido, y además pasar el fin de semana con sus dos amigos del alma y su esposa. La despedida empieza desde que los protagonistas suben a la enorme casa rodante, ahí comienzan los recuerdos, vemos todo lo que estos amigos tienen en común, lo que construyeron durante los años, las subtramas que hay entre ellos, y cada vez entendemos más por qué José no puede despedirse de otra forma que no sea jugando.
La película está filmada de forma cercana, amena, emotiva, pero sin golpes bajos. Es una historia muy bien contada, correctamente filmada, con un guión claro y efectivo, que no pretende ser más que eso, no necesita situaciones exageradas para mostrar la pasión por la camiseta, o el amor por los amigos, y el sostén que estos significan en los momentos difíciles. Las actuaciones son muy buenas, no grandiosas, y lo más destacable es la química, el vínculo que hay entre los tres amigos, cosa que no funciona tan bien entre el matrimonio.
Falla un poco la música, algo rudimentaria, por momentos molesta, y nos impide concentrarnos en la historia. Es destacable el uso del humor, basado en los chistes entre amigos, en el humor barrial y futbolero, aportado en gran parte por la naturalidad de Pandolfi, que está impecable en su personaje.
Sobre la base simple de la amistad y el amor por la camiseta, se sostiene una historia sobre el fin de una etapa, sobre un final no elegido.