El objeto causa del deseo
Un padre depresivo, una familia abandonada, un títere que viene a salvar lo que ya nadie creía salvar, y por si esto fuera poco, Jennifer Lawrence hace estragos en la pantalla.
Walter Black (Mel Gibson) ha sido un empresario de juguetes exitoso, padre de dos hijos maravillosos y marido amado por su mujer (Jodie Foster), pero un día comenzó un proceso de depresión que lo llevó al mayor de los abismos. Un día redescubre la vida mediante un títere de mano castor, que le permitirá retomar impulso a su vida, darle voz y volver a vivir. Pero detrás de ese objeto que toma brillo agalmático y se convierte en la envoltura de la causa del deseo como dice Lacan, hay mucho transfondo por resolver y no será tan fácil si es aferrado a un objeto que se crea bajo la”falta de ser” (que le permite en este caso amarrar su vida y ordenar su economía libidinal) que tanto habla la psicología. Claro, mi intensión no es convertir esto en una cobertura psicoanalítica del filme, pero qué manjar se harán los estudiosos de Freud y sus secuaces con el último filme como directora de Jodie Foster.
La obra del guionista Kyle Killen es muy interesante para entender cómo el sujeto ante la falta, la pérdida o la castración se sumerge en estados mentales complejos. Y aquí, en esta cinta, tenemos a Walter protagonizado de manera genial por el loco de Mel Gibson, acompañado por Foster también delante de cámara y por Anton Yelchin, en el papel del hijo mayor que rechaza fuertemente a su padre. Y ahí está el centro de esta historia, el foco de un padre y un hijo con muchas similitudes que cada vez están más alejados por más cerca (inconcientemente) quieran estar.
En esa lucha por el acercamiento aplastado por cuestiones externas al amor, se enlaza la lucha de encontrar en el otro algo de sí para llenar el vacío que los invade. Walter encuentra en “El Castor” — “The Beaver” es el título original de la cinta, mucho mejor que la elegida para países de habla española— una manera de cubrir una pérdida y recuperarse; mientras su hijo Porter Black encuentra en las similitudes con su progenitor una manera de sanar esa pérdida que tiene real sobre su relación con él. Y a pesar de odiar ser como él, es ésta su mejor manera de sentir que hay algo cerca entre ellos.
Pues bien, la película logra lo que se propone. Mel Gibson, quien también intepreta también la voz del castor, le dió un acento mucho más londiense y musical que el pensando desde el guión y se nota su aporte creativo y personal. Foster contenta de volver a trabajar con su compañero de ruta en “Maverick”, logra salir aireosa de esta historia que pintaba ser una comedia y termina siendo un drama ,por no decir, un dramón. Ahora, más allá de una cuestión de géneros, “La Doble Vida de Walter” es muy filme atrapante que logra los tiempos de pausa justos para potenciar la narración y no dejarla caer con tanta tensión. Admito que esperaba ver una cosa, y me llevé una sorpresa grata en encontrar un muy buen trabajo actoral, una dirección prolija y un guión complejo pero muy original. Punto aparte, es la actuación de Jennifer Lawrence que está sensacional y cada vez mejor.