Malas influencias
¿Cuál es el atractivo de películas en las que psicópatas tienen un rol protagónico? Hay infinidad de proyectos a nivel internacional, no así en el cine local que, a la excepción de El Ángel (2018), se le suma La dosis (2020) de Martín Kraut para dar revancha en un brillante ejercicio de horror cotidiano y suspenso.
Película de género, de fórmula, con todo ya sabido pero con mucho más por conocer, el preciso guion que adapta al uso nostro el formato, descansa en cierto costumbrismo asociado a la precariedad del aparato de salud local que no hace más que reforzar las premisas de su historia y así atrapar al espectador.
La dosis cuenta cómo la llegada de Gabriel (Ignacio Rogers) un nuevo enfermero a un equipo de trabajo ya establecido en una Unidad de Terapia Intensiva de una clínica, desestabiliza el control que Marcos (Carlos Portaluppi) tenía en ella, sus aspiraciones de ser el nuevo supervisor y sus deseos en su vida privada también.
Marcos transita los pasillos y recovecos del hospital como si fuera su casa, conoce a todos los pacientes y con ellos entabla una relación muy cercana, al punto de vincularse íntimamente con cada uno de los procesos que atravesarán en ese lugar de recuperación o partida. Junto con Noelia (Lorena Vega) conforman un team que siempre da más de lo que les piden, al punto de, por ejemplo, pasar más tiempo del establecido por contrato allí, redoblar la apuesta ante un posible fallecimiento, olvidarse de alimentarse, o hacerlo de mala manera (latas de arvejas) y tener, siempre, el mejor gesto con el otro.
De Marcos conoceremos poco de su afuera, porque el guion se reserva información, un viejo departamento en el que es abandonado y el medio de transporte público que toma, pero si sabemos más del adentro de la clínica, conociendo detalles de ciertos mecanismos de “ayuda” a los pacientes que brindará en la oscuridad y soledad de la noche, algo que el recién llegado descubrirá también. Cuando Gabriel comience a seducir a todos y todas, y a urdir sus propias movidas, entre ambos se configurará un juego de competencia demoníaco, de gato intentando atrapar al ratón, con una sucesión de muertes que alertarán a los responsables del lugar y que pondrá en vilo a ambos hasta límites insospechados.
La dosis demuestra que aunque muchas veces estén las reglas y puntos planteados, una nueva vuelta de tuerca de guion, sea por escenarios, temática o, como en este caso, brillantes interpretaciones, aquello que ya vimos puede volver resignificado desde la experiencia conocida. La noche, el silencio y soledad de la terapia intensiva, el estar de un lado o del otro, salud o enfermedad, vida o muerte, acompañar a Marcos en su derrotero laboral que pude finalizar hasta con su propia vida, climas opresivos, tensión asfixiante, potencian una historia en la que el verosímil que construye es tan vivido que abruma e imposibilita una salida.
Carlos Portaluppi en una actuación potente, secundado por un Rogers seductor y convincente, que despliega su estrategia arrasando con todos, Vega, con oficio preciso y acertado, y participaciones de Arturo Bonín, Alberto Suárez, Germán de Silva, Maitina De Marco y Julia Martinez Rubio, entre otros, que ofrecen el contexto perfecto para que el debut cinematográfico de Martín Kraut sobresalga, con esta guerra entre dos hombres, que más allá de entretener y cumplir con lo prometido, dispara reflexiones sobre cómo la profesión puede distorsionarse y desde ese lugar generar un peligro para todos.