Sin contar nada sobre la vida previa de Reynaldo, solo sabemos que su hermano le promete un lugar donde poder vivir al menos por un tiempo. Lo que no espera es que el costo de poder quedarse sea participar del robo a una escribanía, un trabajo que parece tan fácil que hasta un novato como él podría hacer sin problemas.
Pero al entregador se le olvidó mencionar un detalle importante sobre el golpe, por lo que una alarma se activa haciendo que Rey deba escapar por los techos del barrio mientras ve como sus cómplices son apresados. Es en esos techos que esconde el botín, pero antes de poder seguir escapando cae en el patio de una casa y destruye el vivero que construyó para su esposa Carlos Vargas, un guardia de seguridad recién jubilado y deprimido. En vez de entregarlo a la policía, Carlos se apiada del adolescente y le ofrece una alternativa: quedarse en su casa y reparar el daño que causó como compensación antes de dejarlo ir libre.
Sin muchas alternativas Rey acepta y comienza a trabajar bajo sus órdenes, desconociendo que hay gente peligrosa buscándolo por el botín y que pronto se generará una relación de sincero afecto entre ambos, pues vienen a llenar el agujero que cada uno está teniendo en ese momento de sus vidas.
De rateros y comisarios corruptos
La Educación del Rey cuenta una historia acotada y sin demasiadas vueltas; no pretende confundir a su público con misterios forzados ni complejizar una trama policial más de lo que hace falta, porque se concentra en lo que realmente quiere contar: la relación filial que se forma entre Reynaldo y Carlos.
Por un lado, con el guarda jubilado encontrando una razón para levantarse cada día en la responsabilidad que toma hacia Rey, quien a su vez acepta sin mucha queja la guía que sabe que necesita para hacer el salto a la adultez. Carlos no es el héroe intachable de moral rígida ni Reynaldo el criminal de vocación que marcarían los lugares comunes: son dos personas que hacen lo que pueden desde algún lugar del espectro entre esos extremos, capaces de hacer tanto un bien como un mal pero siempre leales a la gente con la que se vinculan.
Del resto de los personajes que habitan su entorno sabemos apenas lo justo para acompañar, insinuando que hay más en ellos pero que hay una decisión de no desviarse para mostrarlo. Pocas escenas podrían recortarse sin que afecten al conjunto. Solo podría criticarse cierto abuso de las coincidencias, o que el botín robado no parece tan importante como para que los villanos se tomen las molestias que aceptan para rastrearlo. Nada que rompa la inmersión de forma notoria.
Desde el lado visual no faltan los momentos en que se notan las limitaciones de presupuesto, sobre todo en algunas desprolijidades en la ambientación o vestuario. Pero al no ser una propuesta que le da mucha relevancia a estos temas, poniendo el foco en la trama y en las actuaciones, con la imagen como un soporte, no es algo que moleste casi nunca. Quizás podría esperarse que recurran menos a la narración hablada para contarnos lo que estamos viendo, pero sería ponerse exigente de más ante una película que no pretende quedar en la historia, solo contar una.