El transportador de valores.
Unos adolescentes se juntan en la calle a la noche, a uno de ellos lo rifa la cara, el menor es callado y el del medio dice que salió un laburo. ¿En qué sentido laburo? se puede preguntar uno cuando se entera que se trata de robar la recaudación de una escribanía y que el menor, hermano de uno del grupo, es ideal por su contextura delgada para entrar en ese lugar.
El pibe entra, encuentra el tesoro ajeno y una alarma se dispara. En plan huida, con el botín encima, Reynaldo (Matías Encinas) al escapar de las sirenas, la policía y el tumulto destruye parte de un vivero en una casa familiar donde están festejando el cumpleaños de la esposa del dueño. Carlos (Germán da Silva) lo atrapa pero no lo entrega a los policías a pesar del descontento de su hijo porque se trata de un pibe chorro.
El realizador Santiago Esteves atraviesa en el vínculo entre Reynaldo y Carlos todos los núcleos clásicos de un film iniciático que puede abordarse desde una idea general del concepto aprendizaje (de ahí el vínculo con la palabra educación) siempre desde el punto de vista de Reynaldo. Carlos puede ser un modelo a seguir pero en el presente, así como un aliado futuro para continuar por el camino de la delincuencia dado que el hombre intenta enseñar al muchacho una escala de valores muy a contracorriente de sus propios valores. Reynaldo deberá reponer lo que rompió, trabajar a cambio de techo y comida. Pero afuera hay otro universo, con gente oscura que quiere recuperar la plata de la escribanía.
La interesante propuesta del director mendocino responde al despojo del estigma a la vez que a desmitificar la mirada ingenua y romántica de cierto mundo de delincuencia juvenil, para que no termine tratándose de una aventura con un falso ideario de libertad, que cumpla a rajatabla con los elementos del género policial mezclado al drama de familia disfuncional.
Muchas veces se asocia a un entorno y contexto con una consecuencia directa, sin el abordaje integral de las causas que conllevan a esas situaciones. Algo de eso expresa el personaje de Carlos en otra gran actuación de Germán da Silva, retirado de su vieja profesión de transportar valores para que en esta etapa de su vida sean los “valores” de otro tipo aquellos por los que incluso pueda entregar su cuerpo y su vida.
Hay escuelas de la vida donde se aprenden las cosas importantes pero siempre vinculadas con el esfuerzo y las oportunidades para seguir aprendiendo a crecer.