Gandolfini, como Jimi Hendrix
A esta altura, James Gandolfini parece una especie de Jimi Hendrix por su capacidad de seguir brindando formidables trabajos póstumos.
De hecho, si la complicada trama de "The Drop" hubiera estado más pendiente del personaje de Gandolfini, el resultado seria más contundente.
Pero todo esta dispuesto para el lucimiento de Tom Hardy, cuyo personaje es mas literario que cinematográfico. Como cine negro, esto es tan minuciosamente naturalista que termina volviéndose redundante, y sobre todo demasiado discursivo.
La idea es que, en Brooklyn, los bancos no suelen ser objeto de grandes depósitos de efectivo, que en cambio pueden aparecer en sitios menos formales, por ejemplo un bar cualquiera, como en el que trabajan los dos protagonistas.
Quienes, al igual que todo el mundo en el barrio, esconden un pasado traumático.
Mas allá de que la película esta bien actuada y sólidamente filmada, la tensión que se podria esperar se disipa en escenas demasiado habladas y situaciones exageradamente ingenuas, sobre todo en lo que tiene que ver con un cachorrito estelar, que si bien al principio aporta alguna cuota de originalidad y sorpresa, casi termina arruinándolo todo.
Para que el espíritu del asunto irrumpa tal como debe ser, hay que esperar bastante, y de todos modos la exacerbada crueldad no deja de resultar un tanto exagerada salvo lo que le compete a Gandolfini, que comete sus actos de violencia en plena forma.
No es que la película sea mala, en absoluto. Sólo que su intención de estirar al máximo situaciones y personajes del género, enfatizando el realismo, se le vuelve en contra, casi como si terminara resultando pretenciosa y artificial.