El libro de Dennis Lehane, movido de Boston a Brooklyn, da como resultado una película modesta, un tanto confusa, pero sin duda hecha con el espíritu de cierto cine policial de los ’70, tratando de estar más cerca de los personajes que de la situación policial en la que se ven involucrados. El cuento arranca de una manera leve, con Tom Hardy (excesivamente caracterizado como Bob, un hombre entre buenazo y timorato) encuentra un perro en un tacho de basura. Eso lo relaciona con una mujer, Nadia (Noomi Rapace), y un personaje peligroso de la zona, que vive allí cerca y que pudo haber abandonado ahí a ese perro.
Bob atiende en el bar regenteado por su tío Marv (una de las últimas actuaciones del gran James Gandolfini), pero que a su vez controlan unos mafiosos chechenos. “La entrega” que da título al filme se refiere al bar en el que se juntan todos los dineros negros de las transacciones diarias en la ciudad y capturar ese dinero será uno de los objetivos que ponga en marcha la segunda mitad del relato, la más clásicamente policial. Obviamente, hay también un agente de la ley que observa todo con sospecha e intenta llegar a conocer más de lo que está pasando.Mic
the-drop-toronto-film-festivalLa primera parte va y viene entre los tímidos intentos de acercamiento/rechazo entre Bob y Nadia –y el perro en cuestión–, para luego entrar en una zona más intensa cuando nos enteremos de algunos secretos que guardan los protagonistas, especialmente Marv. Si bien los elementos están ahí para lograr un gran policial, digamos, de la “vieja escuela” (a la manera de los primeros filmes de James Gray, digamos), tengo la impresión que la narración es insegura, inestable, que las historias no están bien dosificadas y que, para cuando el final llega con toda su potencia, la ecuación no termina de cerrar como debería. LA ENTREGA termina siendo policial pequeño, humano pero irregularmente construido al que le sobra corazón pero, tengo la sensación, le falta un poco de sangre en las venas…