Sin lugar para los débiles
Son pocos los autores que han sido adaptados al cine con más gloria que pena. El bostoniano Dennis Lehane, un verdadero maestro del relato policial, es justamente una excepción a la regla ya que todas las películas que se basaron en su obra han sido más que satisfactorias. Para el caso recordemos algunos títulos: Río místico (2003), Desapareció una noche (2007), La isla siniestra (2010) y ahora el thriller La entrega (The Drop, 2014), que acaba de proyectarse con singular éxito en el 29º Festival de Cine de Mar del Plata y que Lehane ha escrito y producido inspirado en su cuento Animal Rescue. Por algo directores de talento como Clint Eastwood, Ben Affleck y Martin Scorsese se interesaron en el oscuro universo literario de Lehane, con fuertes raíces en el catolicismo y la comunidad irlandesa (evidentemente la sangre tira). De todos ellos, el estreno que motiva estas líneas quizás sea el más modesto y hasta menor si se quiere pero aún con su bajo perfil estamos en presencia de un film noir tan sólido como disfrutable con varias aristas para analizar.
Con apenas su ópera prima Bullhead como antecedente la dirección de La entrega le fue confiada al belga Michaël R. Roskam que en 2011 logró una nominación al Oscar en la terna de mejor Película de lengua no inglesa. Fiel a su estirpe europea Roskam jamás se alborota para desarrollar a los personajes, presentar el conflicto y preparar el terreno para un tercer acto verosímil e intenso donde cada pieza calza cómo y dónde debe. Como escritor Lehane tiene oficio, buen oído para los diálogos (aunque el protagonista hable lo indispensable), sabe sembrar información pertinente aquí y allá; y dosificar la intriga en una trama por demás sencilla. Lehane se comporta como un buen tahúr: esconde las cartas y las juega en el momento exacto. Además cuenta con tres o cuatro actores que exprimen al máximo las posibilidades expresivas que les brindan sus respectivos roles. Como plus, ver a James Gandolfini en su último papel para el cine provoca una mezcla de sensaciones: desde luego que está el dolor por su desaparición física a una edad tan prematura, pero también la certeza de que como intérprete dejó un legado valioso que siempre estará ahí para quien quiera recordarlo. Si bien en La entrega su participación es secundaria, inclusive con un personaje antipático, él le extrae toda la humanidad que le queda a ese primo Marv que está bastante más cerca de Tony Soprano que del enamorado de Una segunda oportunidad, la encantadora comedia romántica que conocimos el año pasado un par de meses después de su fallecimiento. Y que por cierto recomiendo a quienes no la hayan visto aún.
La entrega es un film de construcción lenta que no busca atrapar al espectador con vueltas de tuercas constantes -aunque es innegable que pega un par de giros inesperados- sino sumergirlo gradualmente en la sórdida vida de sus protagonistas. Por un lado está Bob (un memorable Tom Hardy), un hombre introvertido y de pocas luces que atiende el bar del primo Marv (Gandolfini) que la mafia a veces utiliza como “buzón de dinero”. Por otro lado tenemos a Nadia (Noomi Rapace), una camarera con un pasado de excesos que entabla una relación un tanto sui géneris con Bob que pese a ser un solitario tiene su corazoncito. Otros personajes entran y salen de escena pero básicamente los más importantes son los ya mencionados. Aún en su sequedad Bob y Nadia generan una empatía fundamental para que nos preocupemos por lo que suceda con ellos. Gracias a esa química la película funciona y se aleja de lo que podría haber sido tan sólo un thriller mecánico, pasatista y sin alma.
Hay una investigación policial que es lo menos interesante del libreto pero resulta esencial para el desarrollo de los hechos. Y desde luego que no pueden faltar los antagonistas, esos villanos de fuste que insisten en hacer sufrir a nuestros extraños, queribles anti héroes. No son actores muy conocidos pero cumplen con su función de inquietar: en especial Michael Aronov, quien en el rol del líder de los mafiosos chechenos da una cátedra de actuación en los escasos minutos de pantalla en que aparece. Pese a encorsetar a los personajes en “buenos” y “malos” vale aclarar que en La entrega nadie es precisamente un santo, cada quien carga su cruz y lo que se juegan Bob y Nadia no es algo tan idílico como la felicidad sino la supervivencia misma. Ni más ni menos.
A esta altura es difícil brindarle al público una mirada fresca sobre la mafia. Afortunadamente La entrega encontró un aspecto no tan explorado por las grandes obras del género y está a la altura de los antecedentes de sus creadores. Una excelente opción para cerrar este muy flojito 2014 de la mejor forma.