Seguramente sea injusto empezar esta reseña diciendo que The Drop es la última película de James Gandolfini, porque ése es un peso que la película no soporta y con el cual avanza torpe, boqueando en busca de aire como el propio actor, que murió unos meses después de terminar el rodaje durante unas vacaciones en Roma.
Pero los avatares fortuitos de la muerte no deberían nublarnos el juicio: The Drop es la cuarta adaptación de una obra del escritor Dennis Lehane (las primeras tres son nada menos que Mystic River, Gone Baby Gone y Shutter Island), la primera que adapta él mismo, y está protagonizada por un Tom Hardy en quien sí hay que depositar todo el peso de la historia.
The Drop es un policial íntimo, un thriller seco y oscuro, un drama sutil. El epicentro es un bar de una Brooklyn algo irreal y desierta cuyo dueño es Cousin Marv (Gandolfini), un tipo que tiene trato con la mafia chechena o a quien la mafia chechena obliga a hacerle algunos favores. Cada ciertas noches, llegan al bar pilas de billetes de procedencia ilegal que luego cambian de mano. Como el Bada Bing! de Los Sopranos o el Orlando’s de The Wire -algunos de cuyos capítulos también escribió Lehane-, pero más pequeño y solitario, como la propia película. En ese bar trabaja como barman Bob (Hardy), un tipo que gracias a un par de trazos del guión suponemos tranquilo y de buen corazón.
La película tiene un arranque doble: por un lado, dos ladrones armados entran una noche al bar y roban el dinero, lo que pone a Marv y a Bob en problemas con la mafia chechena; por el otro, Bob encuentra a un perrito golpeado y abandonado en un tacho de basura y conoce así a Nadia (Noomi Rapace), y se enfrenta a Deeds (Matthias Schoenaerts), el anterior dueño del perro.
Las dos líneas narrativas no terminan de juntarse pero funcionan para revelar las personalidades de Marv y de Bob que, finalmente, son el nudo de la película. En ese sentido, resulta mucho más interesante la de Bob, quizás por el gran trabajo de Tom Hardy. James Gandolfini compone a un Marv demasiado parecido a Tony Soprano aunque más cansado y crepuscular. No es una fea despedida pero yo prefiero toda la vida al sensible y tierno Albert de Enough Said, su anteúltima película.
No hay que buscar sorpresas en The Drop porque las vueltas de guión son bastante naturales y evidentes. Es oscura pero no es cínica, es violenta pero pudorosa, es un policial con pocas balas y tiene algo de humor pero, como se imaginarán, no mucho. Lejos de las anteriores adaptaciones de Lehane -seguramente lejos de la próxima, una historia sobre la época de la Ley Seca que dirigirá Ben Affleck-, The Drop sin embargo es una película pequeña y atendible.