Increíblemente, las adaptaciones cinematográficas de las novelas de Dennis Lehane han logrado salir airosas tras pasar por la maquinaria hollywoodense. Desde “Río Místico” (Mystic River, 2003) de Clint Eastwood y el debut tras las cámaras de Ben Affleck con “Desapareció una Noche” (Gone Baby Gone, 2007), hasta “La Isla Siniestra” (Shutter Island, 2010) de Martin Scorsese, todas se convirtieron en pequeñas grandes obras de un profundo poder visual, donde el crimen y el drama se relacionan directamente con los lugares, que terminan dándole sentido a un todo, convirtiéndose en los principales protagonistas.
Lehane también es responsable de algunos episodios de “The Wire” (2002–2008) y “Boardwalk Empire” (2010-2014), como si fuera necesario afianzarse en el género policíaco con toquecitos de neo noir que tan bien le sale.
“La Entrega” (The Drop, 2014) es su primer guión cinematográfico basado en un cuento corto de su autoría titulado “Animal Rescue” (2009). Todos esos elementos que suele plasmar en su obra se vuelven a hacer presentes en este thriller dirigido por el casi debutante Michaël R. Roskam, donde la acción se desarrolla en el micro cosmos de un bar de Brooklyn que alguna vez supo ser de Marv (James Gandolfini), pero ahora le pertenece a una banda de mafiosos chechenos que, además, se quedaron con el negocio de las apuestas ilegales que el tipo solía llevar adelante en el mencionado lugar.
El Cousin Marv’ Bar en uno de los tantos recintos de la ciudad que los delincuentes utilizan para sus “entregas” diarias, lugares elegidos para recolectar el dinero non santo, donde los empleados deben hacer la vista gorda y acatar las reglas sin chistar o sufrir las consecuencias.
Bob Saginowski (Tom Hardy) es uno de estos muchachos trabajadores, primo de Marv y un solitario que sólo se dedica a sus tareas diarias y, ocasionalmente, a darse una vueltita por la iglesia del barrio. Su rutina empieza a cambiar cuando encuentra un cachorro herido al que decide adoptar con la ayuda de Nadia (Noomi Rapace), una chica simpática pero con un bagaje bastante turbulento.
En el trabajo las cosas tampoco marchan bien tras un robo fortuito que levanta las sospechas del Detective Torres (John Ortiz), remueve el pasado criminal de estos dos parientes y abre la posibilidad de crear unos cuantos conflictos con sus nuevos “empleadores”.
Roskam y Lehane plantean una historia en apariencia sencilla, llena de recovecos emocionales y narrativos, que de a poco vamos descubriendo, así como los “prontuarios” de los dos protagonistas, unidos no sólo por la sangre familiar.
“La Entrega” se convirtió en el último papel del gran Gandolfini, una despedida más que digna dentro de un personaje que le sale al dedillo: el criminal de poca monta que perdió su estatus y sería capaz de cualquier cosa para recuperarlo.
Pero el que se luce, en este caso, es el personaje de perfil bajo. Hardy se carga la película al hombre con una interpretación casi minimalista, tan servicial y con cierta ternura que, en seguida, nos remite al conductor interpretado por Ryan Gosling en “Drive: Acción a Máxima Velocidad” (Drive, 2011), pero dejando de lado la acción y la violencia desmedida.
Obviamente, la violencia forma parte de la vida de Bob, pero es su forma de encararla y aceptarla, lo que transforma a “La Entrega” en un gran exponente de este género que a veces no se detiene en los detalles y sólo se preocupa por generar intriga o por la cantidad de muertos por segundo.
La puesta en escena es austera pero meticulosa como sus personajes, nada sobra ni desentona en esta sencilla historia barrial y familiar donde el único inocente podría resultar ser ese desamparado cachorrito de pitbull llamado Rocco.