El aniquilamiento de un pueblito modelo
De un tiempo a esta parte pareciera que Hollywood por fin aprendió de sus errores de antaño y pasó a reconsiderar las estrategias disponibles para actualizar propuestas de género de diferentes épocas y/ o geografías. Claramente La Epidemia (The Crazies, 2010) es otra representante de ese grupo de remakes contemporáneas que salen airosas de la difícil tarea de dar nueva vida a lo ya realizado: al igual que La Venganza de la Casa del Lago (The Last House on the Left, 2009) y La Maldición de las Hermanas (The Uninvited, 2009), por citar dos ejemplos, la película cumple y dignifica en lo que al ámbito del horror se refiere.
Aquí se recrea la muy poco vista The Crazies (1973) de George A. Romero, un film de culto de bajo presupuesto que analizaba la desastrosa respuesta gubernamental y militar frente a una plaga imparable. En buena medida la estructura narrativa sigue siendo la misma aunque en esta oportunidad la historia se enfoca menos en las tropas y más en los sobrevivientes de la debacle: un avión que transportaba un arma biológica secreta cae en un lago y contamina el suministro de agua de un pequeño municipio rural, desencadenando la rápida expansión de un virus que genera comportamientos homicidas entre los lugareños.
El director Breck Eisner construye sin apuros un relato de resistencia en la línea de la reciente Portadores (Carriers, 2009) y en especial consigue remontar un guión a cargo de Scott Kosar y Ray Wright que no se caracteriza precisamente por su originalidad. Si bien algunas situaciones se resuelven de una forma bastante pedestre, resulta indudable que la trama mantiene el suspenso y saca provecho de un tópico tan caro al ideario estadounidense como el del aniquilamiento de un pueblito modelo, microcosmos que nunca ha dejado de fascinar al público debido a la eterna identificación con esa proximidad entre protagonistas.
Así es cómo al sheriff David Dutten (Timothy Olyphant), su esposa Judy (Radha Mitchell) y el ayudante Russell Clank (Joe Anderson) no les queda otra opción más que hacer todo lo posible para escapar de este enjambre caótico de infectados, soldados, agentes estatales y civiles varios. Con un gran desempeño en fotografía y maquillaje, La Epidemia termina siendo una obra tan derivativa como eficaz que pone una vez más de manifiesto las “soluciones” improvisadas y brutales que suelen implementar las autoridades ante cualquier indicio de rebelión: por suerte se ha conservado el sustrato ideológico del genial Romero...