Más aventuras en el hielo
Una simple e inalcanzable bellota para Scrat vuelve a embarcarnos en otra travesía con los queridos animales prehistóricos de la saga. La Era de Hielo 4 (Ice Age 4: Continental Drift, 2012) nos transporta nuevamente al principio de los tiempos a través de este simpático personaje que, sin darse cuenta, provoca el desastre más notorio que podría ocurrir sobre la tierra: separar los continentes.
La Era de Hielo 4 respeta la tradición de la saga y busca en todo momento que el espectador se ría y la pase bien. La diversión en ella está al alcance de los sentidos, sobre todo los del público infantil, aunque en ciertos pasajes su ritmo decae. Además, no exhibe grandes novedades con respecto a sus tres predecesoras.
Parecería que el guión fue tomado de estas anteriores películas y apenas retocado. Con el agregado de algunos personajes se establece el efecto sorpresa y los animales ya conocidos se pueden apreciar desde un costado más íntimo, aunque eso solo no alcanza a constituir un condimento nuevo que impacte.
Cuando nació esta historia, allá por 2002, el éxito fue arrollador, puesto que la animación computarizada había decidido darle vida a seres de la era glaciar de hace miles de años atrás, algo novedoso que hasta ese momento no formaba parte de los cánones de la industria del entretenimiento. Los espectadores empezarían a hablar de Manny, Diego y Sid como los nuevos protagonistas de las odiseas de tiempos remotos que viven en constantes migraciones, a través de inmensas superficie heladas. Sumado a eso, la presencia de “Bodoque”, el bebé humano encontrado en el lago y apodado así por el mamut, se convertiría en la estrella tierna de la película.
Quizás el gran impacto que causó esta primera parte generó demasiadas espectativas sobre la segunda entrega. La Era de Hielo 2 (Ice Age 2: The Meltdown, 2006) no pudo mantener el nivel de la primera parte y el mismo destino tuvo La Era de Hielo 3 (Ice Age 3: Dawn of the Dinosaurs, 2009), aunque con un poco más de suerte.
En esta cuarta entrega continúan las aventuras y, si bien no contiene tanto sentimiento como la primera historia, la relación de Manny con su hija Morita, que ahora es toda una adolescente, aporta escenas afectuosas que reflejan la importancia de constituir una familia. Los personajes principales se aprecian más de cerca, ya que los directores se esfuerzan en destacar en ellos ciertas características sentimentales. Mientras los continentes se mueven, Manny, Diego y Sid son tomados de rehenes por un grupo de animales piratas de altamar: El capitán Tripa y su tripulación.
Aventura no le falta a esta cuarta entrega de la saga, pero por momentos carece de ritmo. Eso produce que la trama tenga ciertos baches. Por suerte, el comediante por excelencia del trío, Sid, que desde la primera película aporta risas y alegría con sus movimientos, gestos y comentarios, hace de las suyas junto a una anciana caprichosa, su querida abuelita, y salva algunos de esos pozos.