Suele decirse en inglés “no news, good news” (es buena noticia que no haya noticia) y es el caso para esta cuarta entrega de la serie protagonizada por bichos prehistóricos que, en este caso, tienen la desdicha de quedar a la deriva en un iceberg, tratando de volver a su hogar y, de paso, descubriendo cosas nuevas. Como sucedía en el tercer film, la aparición de personajes extraños y totalmente absurdos -los piratas- hace que la película busque de modo constante la comicidad, y lo logra no pocas veces. Aunque, y he aquí el problema, lo hace cuando se libera de la historia. Cuando no, el desarrollo de la historia y los mensajes didácticos sobre la importancia de la familia, de ser lo que se es y de la amistad se vuelven un lastre que solo cuaja para los más chicos. Pero hay un alto grado de invención en muchas de sus secuencias, lo que le permite atravesar sin problemas la temida prueba de “qué vamos a ver el fin de semana”. La ardilla Scrat -y el corto previo con los Simpson- son lo mejor del espectáculo (como siempre: “no news...”)