Las curiosidades de la distribución vernácula hace que justo esta semana se estrenen dos películas cuya impronta pasa por una lectura-homenaje-parodia sobre la década del ochenta. Mientras “Los indestructibles 2” ofrece la vuelta de los “duros rompe-todo” de Hollywood, “La era del rock” pone su mirada sobre el Glam Rock americano caracterizado por Twisted Sister, Mötley Crüe, Iron Maiden, Guns N’ Roses, Aerosmith, Starship, Deff Leppard y otros tantos más, de aquellos años del Long Plays de vinilo. Pero sobre todo (más allá de los temas clásicos) hay una observación paródica sobre las estrellas de rock, sus excesos y sus excentricidades estrambóticas, que formaban parte del mito.
Aquí hay que hacer una gran marquesina para el trabajo de Tom Cruise. No sólo porque él mismo es un ícono de los ‘80, sino por haber entendido, incorporado y asimilado a la perfección el estereotipo del rock star. Vendría a ser un Peter Capussotto con glamour. En adición a su actuación, digna de nominación a Oscar, canta. Y lo hace bien como el resto del elenco.
¡Ah!, olvidaba mencionar, “La era del rock” es una comedia musical. No es un dato menor teniendo en cuenta que este género cinematográficamente está casi muerto, más por falta de buenos argumentos que por cuestiones culturales. Si a usted no le gusta ni le interesa este género, le sugiero pasar a la siguiente crítica.
La producción se basa en la obra de Broadway “Rock of ages”, cuyo libro pertenece a Chris D’Arienzo (sin parentesco con nuestro Juan), nominada al premio Tony en 2009 como mejor musical.
Planteada en 1987, narra la historia de Sherrie (Julianne Hough), una entusiasta chica de pueblito, fanática de las bandas mencionadas anteriormente y decidida a triunfar en Los Ángeles a como de lugar. Pero ni en los musicales (ni en la vida) las cosas son tan fáciles. Habrá un par de canciones melancólicas antes de que todos sonrían.
Una vez en la ciudad conoce a Drew (Diego Boneta), quien le consigue trabajo en el Club Bourbon (notable guiño al emblemático bar Whisky A Go Go, lugar de paso de casi todo el rock y el blues de todas las épocas). Digamos que Drew y Sherrie, representan la frescura de la nueva generación El lugar está manejado por Dennis (Alec Baldwin) y Lonnie (Russell Brand), dos pioneros en esto de boliches para recitales, pero enfrentan a una sociedad de mujeres moralistas y de clase alta que pretenden erradicar el rock para siempre haciendo lobby con la primera dama (Catherine Zeta-Jones) del alcalde (Bryan Cranston).
Pero el eje de la trama y de la resolución del conflicto pasa casi exclusivamente por la figura de Stacee Jaxx (Tom Cruise), el hombre-ídolo-estrella del momento que está a punto de separarse de su banda e impulsar su carrera como solista a través de su manager (Paul Giamatti).
Hay dos aristas para analizar en esta película. La primera, es de forma. Ya señalé que es un musical, como tal es la música, y sobre todo las letras, la manera casi exclusiva a partir de las cuales tiene que narrar la historia. La elección es jugada por cierto, ya que varias de las canciones emblemáticas del rock son las que sirven a los personajes para establecer su estado de situación emocional y físico.
La producción musical es notable, aunque más allá de la presencia de instrumentos típicos en cada versión, el concepto de la mezcla de sonido está más cerca de la serie “Glee” (2009 que del rock and roll, es decir, que suena profesionalmente impecable, pero le falta “garage”, lo cual es lógico teniendo en cuenta que el productor ejecutivo es Adam Anders (el mismo de “Glee” y de “High school musical”, 2006). Hay varias atmósferas en este argumento, por eso cada coreografía tiene su razón de ser, por ejemplo la escena del baile en una iglesia donde las moralistas que protestando contra el rock combinan (sutilmente) al menos tres de las coreos clásicas de Michael Jackson, el rey del pop. Desde la performance de melodías y bailes el objetivo del musical como género se cumple. En esto tiene mucho que ver el director Adam Shankman, quien también realizó la última versión de “Hairspray” (2007), con más de 20 años trabajando como coreógrafo en varias películas.
La otra arista es cultural. ¿A qué público puede estar dirigida esta obra? Difícil pensar en otro público que no sea fanático de las películas y series mencionadas en esta nota. Para quien escribe fue un placer disfrutar de covers bien hechos y cantados, algunas actuaciones (Brand, Cruise, Giamatti y los dos chicos) y, como testigo de esa década, los muchos guiños paródicos que sino le resulta familiares el tema estarían lejos de ser captados.
Un panorama general arroja por resultado una historia algo naif y presencias como las de Baldwin y Cranston que no terminan ser tan convincentes como las del resto del elenco. También algunos minutos sobrantes en la última parte, cuando todo está definido, pero también hay que ser justos: “La era del rock” está bien realizada, entretiene, y tiene las puertas abiertas para cualquier nostálgico que no tema al pop ni al aggiornamiento.